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A los tatas

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Prócoro Hernández Oropeza “El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza”. André Maurois (1885-1967). Escritor francés. Llegar a la etapa de ser abuelo puede ser pesado, complicado para algunos o muy feliz para otros. Ser abuelo es ver cómo se reproduce nuestra especie, cómo retoñan las semillas que sembramos en el camino. Los nietos son retoños de nuestros retoños y algunos de ellos son tan parecidos física o emocionalmente a cuando lo fuimos durante la niñez. Por un lado, cuando se tiene el primer nieto uno se alegra por la felicidad que genera en nuestros hijos, por ver cómo estos, los nietos, cuando van creciendo sienten afinidad o simpatía por el abuelo o la abuela. Cuando fui pequeño sentía más simpatía por mi abuela paterna que por la materna. La primera nos cuidaba, nos consentía, nos ponía a rezar todas las noches antes de dormir. La segunda era más alejada, más seria y cuando llamaba a uno de sus nietos, de tantos que éramos nombraba a tres o cin...

Actos de fe

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Prócoro Hernández Oropeza Es común escuchar a las personas decir: no tienes fe, hombre de poca, sin fe no hay avance, con fe puedes mover una montaña, tiene una fe ciega, y así por el estilo. La fe (del latín fides) es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión. En otro plano se puede definir como la creencia que no está sustentada en pruebas, sino en la certeza de que algo superior a nuestros designios puede ayudarnos a lograr algo, no como un simple acto voluntarioso, sino con una convicción y certeza en lo que se cree.   ​ En el budismo, la fe (pali: Saddhā, sánscrito: Śraddhā) es un componente importante de las enseñanzas de Gautama Buda. Sus palabras se registraron originalmente en el lenguaje pali y la palabra saddhā se traduce generalmente como fe. En sus enseñanzas, el saddhā a veces se describe como: Una convicción de que algo es. Una determinación de lograr las metas personales. Una sensación de dicha, ...

Nunca se deja de aprender

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Prócoro Hernández Oropeza El día que un hombre dice ya no hay nada que aprender ha empezado a morir, si no es que ya está muerto, es decir envuelto en ignorancia completa. Todos los días aprendemos algo nuevo, sólo que algunos o muchos no lo perciben así. Consciente o inconscientemente se aprende algo nuevo. Existen personas que han completado su licenciatura a los 80 o 90 días, inclusive su doctorado. Pero si no ejercemos el cerebro, nuestra mente, este se ira anquilosando o atrofiando por falta de uso. Entre más edad se tenga empiezan los problemas físicos, mentales y emocionales si no se ejercita la mente, pero también el cuerpo físico, sus huesos, los diversos sistemas y órganos que los compone se irán deteriorando. A los adultos mayores se le empieza a olvidar las cosas, las rodillas se deterioran, la vista, los oídos y otros órganos más. En los diversos libros sagrados se cuenta que hace muchas centurias la gente vivía hasta cerca de los mil años, hoy el promedio de vid...

En recuerdo de Amado Nervo

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Prócoro Hernández Oropeza Hablar de poetas es como tratar de escribir sobre personajes que han sido tocados por inspiración divina o de seres que tienen el don de retratar la vida, sus periplos y ensueños con letras. Este mes, el 27 de Agosto de 1870,   se cumple un aniversario del nacimiento del gran poeta nayarita Amado Nervo.   Cómo podemos imaginar ese pueblo, Tepic, que todavía no tenía trazos de ciudad, sino de una villa que contaba con un colegio particular manejado por dos solteronas muy devotas de la parroquia que es el centro de las vidas, un maestro de música ciego. Un pueblo que el mismo Amado califica de feliz con un comercio y agricultura no muy prósperos, naranjos en flor, golondrinas, cenzontles, rosales, profusión de macetas, un mercado donde se congregan aquellos rumores a punto de ser “historia”, templos donde no cabe ni un alma el día del santo del pueblo . Y la plaza, “el territorio donde podíamos correr, escondernos, jugar,”   donde el costumbr...

El acto o defecto de discutir

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Prócoro Hernández Oropeza Algunas personas somos muy propensas a discutir, discutir sobre cualquier   tema, no importa que no sepamos de la materia en cuestión. Hemos desarrollado el hábito de meternos en discusiones y controversias innecesarias. Esto se nota más en el plano político, pero también sucede en las pláticas habituales o cotidianas. En India, a este hábito le llaman Takika Bhuddi, discutir demasiado. Las personas que han adquirido este hábito o vicio no pueden permanecer tranquilos ni por un minuto y buscan las ocasiones para discutir acaloradamente. Están usando su centro intelectual, el racional, centro que les impele generar polémica, controversias debido a que un ego requiere energía. Puede ser el ego del orgullo, de la razón, de la envidia, de la prepotencia, de la intolerancia. Muchas veces discutir demasiado no sólo crea enemistad y hostilidad, también se gasta mucha energía en ello. El intelecto o centro intelectual posee dos niveles, el inferior y e...

De sueños y otros cuentos

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Prócoro Hernández Oropeza Parte 1 De niño siempre soñaba con serpientes. Cuando llegaba la noche me daba   pánico ir a la cama. Si para mis hermanos ir a dormir era un placer, no para mí. En cuanto me quedaba dormido tenía sueños terribles. En mi pueblo había muchas serpientes y eso era quizás el motivo de mis pesadillas. Había serpientes venenosas y otras que no eran peligrosas, especialmente las llamadas serpientes de agua, las de color verde. Pero las grises con cascabel eran venenosas. También había coralillos, linces, cempoates y escorpiones.   La gente de mi pueblo   le tenía mucho miedo especialmente a esta sierpe, la de cascabel, y en cuanto veían una la mataban. Algunas las clavaban en una penca de maguey, a pesar de que ellas no atacaban por atacar, sólo si se les provocaba. Por lo regular cuando encontrábamos alguna, huía, pero el mito de que eran malas de inmediato generaba una reacción de miedo y odio a la vez. Posiblemente el mito de que fue un...

El arrepentimiento y la culpa

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Prócoro Hernández Oropeza En nuestra vida enfrentamos muchos retos, obstáculos, fracasos, errores como quiera llamarle. Algunos nos han marcado   de por vida. Otros les llaman pecados a estos errores. Si alguien comete una infidelidad y como en su interior algo le dice que eso que cometió es un problema grave, este se puede sortear de diversas maneras. Con cinismo o con arrepentimiento. Aquel que es cínico puede repetir ese error tantas veces como sea necesario y puede que no sienta   ningún arrepentimiento. Decía el pensador Chino Confucio: “El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor.” Pero los cínicos es posible que no lo vean así, simplemente aceptan que esa es su naturaleza, se consideran unos verdaderos donjuanes o conquistadores de damas y eso les inflama su orgullo. A pesar de eso, vuelvo a citar a Confucio: “No existe un solo hombre, que estando al tanto de sus defectos, los apruebe en su interior.” Es verdad, porque en nuestr...