Fin de año, una retrospección
Prócoro Hernández Oropeza Se ha ido el 2012 sin las tragedias apocalípticas, ni los cambios vibracionales, ni tampoco entramos en la cuarta o quinta dimensión, mucho menos se dejaron ver naves extraterrestres. En el fondo, muchos desean un cambio brusco de 180 grados porque su vida no es placentera y quisieran que fuerzas externas vengan a socorrerlas. Es verdad, hasta cierto punto, vivimos en un valle de lágrimas. No hay día en que dejemos de enterarnos de lo que ocurre a un amigo, un familiar o un simple conocido. Te llegan las noticias fatales como bofetadas injustas. Que a una amiga le mataron a sus tres hermanos, a otra la secuestraron, otro tiene cáncer, uno más le dio un infarto y quedó semiparalizado, alguien más descubrió que su marido era infiel y una sobrina, como muchas conocidas, se han separado de sus maridos. Lo que muchos temían era que ganara el PRI y ganó la presidencia y la violencia en el país continúa sin límites ni escrúpulos. Esto que acontece a n