De retribuciones y adversidades
Prócoro Hernández Oropeza Aconteció que cuando iba a nacer en niño Jesús, un ángel se presentó ante pastores que vivían alrededor de donde se encontraba María y José. Dicho ángel les anunció el nacimiento del salvador o el Cristo. Con ese ángel iba uno de los ejércitos celestiales que alababan a Dios y decían: “Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”. (Lucas 2:14). Una sentencia bíblica que hoy se pierde en la neblina de la ignorancia, la ira, el desprecio por la vida y por las cuestiones espirituales. A Dios se le ve como un ente castigador y ausente de nosotros, alejado, allá en las alturas, ajeno o desinteresado de nuestros aconteceres cotidianos, de nuestros dramas y sinsabores. La buena voluntad entre los hombres es ocultada o menospreciada por la codicia, el desprecio, la avaricia, juicio, discriminación, la vanidad. La paz, ni se diga; los hogares con discordias permanentes, la ciudad envuelta en violencia, vicios y conflictos en