La lección más amplia
Prócoro Hernández Oropeza Me encanta la poesía. Me fascina por ese modo tan sencillo, profundo y luminoso con que cala al alma humana. Porque cada verso es como una punzada, o más bien un halo de luz que nos lleva a la exaltación de la vida, nos descubre, en esa sencillez, lo maravilloso o increíble que es la vida humana y todo lo que le rodea. Así por ejemplo, en este poema de Efraín Huerta, titulado “Lección más amplia, nos cuenta: “Los hombres van cantando. Arenas, amargura, tierna vida en silencio, barcas en soledad, la caridad solar, la lluvia torturante, amor en ruinas, muros de vegetal ausencia”. Así es, todos cantamos a nuestros dramas, a la soledad, ese amor que nunca llega o si llegó se fue y nos dejó una lluvia torturante, muros en ruinas. Pero también podemos cantar lo contrario; un viento que calma nuestras tempestades internas, un amor que bendice la magia de un te quiero, un suspiro que ata dos almas a la infinitud del tiempo. En otros versos, Huerta expresa: “Y los