El templo de Dios
Prócoro Hernández Oropeza Se cuenta que un buscador de la verdad llegó a la aldea de un maestro respetuoso. Acudió a él porque se decía que era un verdadero sabio y sus enseñanzas portentosas podían iluminar la vida de cualquier buscador. Así que este buscador, al llegar a la puerta tocó tres veces. Una voz del interior le preguntó; Quién es: el buscador respondió: soy yo, maestro que viene a pedirle me acepte como su discípulo. La voz interior le respondió: - Aquí no hay lugar para dos. Ve a la montaña, medita por largo tiempo y cuando estés listo ven y búscame. Luego de casi transcurrido el ano, el buscador regresó, toco a la puerta y del interior vino otra pregunta: -¿Quién es? El buscador respondió: -Soy tú, a lo que el maestro abrió la puerta y le dijo: -Pasa. Veo que has comprendido que en esta casa no hay espacio para dos. Al responder el estudiante: -Soy tú, se refería a que había eliminado el Yo, esa multitud de agregados psicológicos que habitan en nuestra psique.