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Mostrando entradas de agosto 26, 2018

A los tatas

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Prócoro Hernández Oropeza “El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza”. André Maurois (1885-1967). Escritor francés. Llegar a la etapa de ser abuelo puede ser pesado, complicado para algunos o muy feliz para otros. Ser abuelo es ver cómo se reproduce nuestra especie, cómo retoñan las semillas que sembramos en el camino. Los nietos son retoños de nuestros retoños y algunos de ellos son tan parecidos física o emocionalmente a cuando lo fuimos durante la niñez. Por un lado, cuando se tiene el primer nieto uno se alegra por la felicidad que genera en nuestros hijos, por ver cómo estos, los nietos, cuando van creciendo sienten afinidad o simpatía por el abuelo o la abuela. Cuando fui pequeño sentía más simpatía por mi abuela paterna que por la materna. La primera nos cuidaba, nos consentía, nos ponía a rezar todas las noches antes de dormir. La segunda era más alejada, más seria y cuando llamaba a uno de sus nietos, de tantos que éramos nombraba a tres o cin

Actos de fe

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Prócoro Hernández Oropeza Es común escuchar a las personas decir: no tienes fe, hombre de poca, sin fe no hay avance, con fe puedes mover una montaña, tiene una fe ciega, y así por el estilo. La fe (del latín fides) es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión. En otro plano se puede definir como la creencia que no está sustentada en pruebas, sino en la certeza de que algo superior a nuestros designios puede ayudarnos a lograr algo, no como un simple acto voluntarioso, sino con una convicción y certeza en lo que se cree.   ​ En el budismo, la fe (pali: Saddhā, sánscrito: Śraddhā) es un componente importante de las enseñanzas de Gautama Buda. Sus palabras se registraron originalmente en el lenguaje pali y la palabra saddhā se traduce generalmente como fe. En sus enseñanzas, el saddhā a veces se describe como: Una convicción de que algo es. Una determinación de lograr las metas personales. Una sensación de dicha, prod

Nunca se deja de aprender

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Prócoro Hernández Oropeza El día que un hombre dice ya no hay nada que aprender ha empezado a morir, si no es que ya está muerto, es decir envuelto en ignorancia completa. Todos los días aprendemos algo nuevo, sólo que algunos o muchos no lo perciben así. Consciente o inconscientemente se aprende algo nuevo. Existen personas que han completado su licenciatura a los 80 o 90 días, inclusive su doctorado. Pero si no ejercemos el cerebro, nuestra mente, este se ira anquilosando o atrofiando por falta de uso. Entre más edad se tenga empiezan los problemas físicos, mentales y emocionales si no se ejercita la mente, pero también el cuerpo físico, sus huesos, los diversos sistemas y órganos que los compone se irán deteriorando. A los adultos mayores se le empieza a olvidar las cosas, las rodillas se deterioran, la vista, los oídos y otros órganos más. En los diversos libros sagrados se cuenta que hace muchas centurias la gente vivía hasta cerca de los mil años, hoy el promedio de vid