Entre la oscuridad y la luz
Prócoro Hernández Oropeza Hay desosiego, dolor, pesadumbre, inquietud e incertidumbre ante los sucesos cotidianos que pesan sobre este país de grandes hombres como Quetzalcóatl, Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón, Emiliano Zapata, Francisco Villa y muchos otros que con sus ideales y proezas han construido una nación de mexicanos. No una nación mejor que otra, simplemente un pueblo que como todos los demás desea la paz, justicia, libertad y el amor. No obstante, los oscuros, los violentos, los ególatras y enfermos de poder obscurecen esos anhelos y aniquilan la esperanza de construir el paraíso en esta tierra, en este planeta. Duele lo que sucede en Guerrero, en Michoacán, en Sinaloa, Tamaulipas, en otros países, como Israel, palestina, Siria, Irán, África. Duele porque el odio, la ira, el desprecio, ignominia, las pasiones más bajas del hombre dominan la política, economía, salud, el trabajo y la justicia. No es el amor al prójimo, no la compasión, no la justicia, la liberta