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Mostrando entradas de noviembre 23, 2014

Los jueces del karma

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Prócoro Hernández Oropeza Así como en este planeta se han instituido leyes, códigos, penalidades, tribunales y jueces para normar las relaciones entre los hombres, en otros planos también existen sus ordenanzas, tribunales y jueces que se encargan de normar nuestra vida espiritual. En la tierra damos cuenta de nuestra acciones materiales y si cometemos algún delito, no sólo lo pagamos con posible cárcel o multa, en otros planos también daremos cuenta de esas acciones. Y podremos escapar a la justicia humana pero nunca a la justicia divina. A cada acción positiva o negativa se le llama karma y cuando morimos, nuestra alma es llevada ante el tribunal de la justicia cósmica. Anubis es quien pesa las almas, pesa su karma, es decir las acciones positivas o negativas de ese individuo, también se les conoce como karma y dharma. Anubis, en la antigüedad egipcia era conocido como un dios funerario, maestro de las necrópolis y patrón de embalsamadores, representado como un gran cánido negro

El templo corazón II

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Prócoro Hernández Oropeza El corazón físico es un órgano vital para la vida. Es como una fábrica que procesa y nutre la energía de vida a través de la sangre, impulsa la sangre por los vasos de todo el cuerpo contrayéndose y relajándose rítmicamente, al ritmo del universo y de nuestras vibraciones. Pero adentro, en el ámbito etérico existe otro corazón, el corazón del corazón. Un corazón de oro, un templo dorado donde habita nuestra divinidad, nuestro sol interior. A ese templo debemos acudir cuando queremos entrar en contacto con nuestra sabiduría interna, con el amor, la compasión, la verdad, la felicidad. Pero ese templo debemos construirlo con la imaginación creativa, darle forma y vida. Afirmaba Jiddu Krishnamurti que todos tenemos un templo, pero cada cual ha de crear la Imagen, el ídolo, la Belleza en cuyo torno podamos manifestar nuestro amor y devoción; porque si mantenemos el Templo vacío, como la mayoría de nosotros hacemos, no podremos crear. En ese corazón habita nues