Nuestra divina madre
Prócoro Hernández Oropeza La madre, además de ser nuestra progenitora es un símbolo universal de amor, entrega incondicional, protección, auxilio. A ella recurrimos cuando nos sentimos tristes, angustiados o enamorados. Ella lee nuestras angustias, nuestras penas e intenta mitigarlas con sus propias lágrimas, sus consejos o sus abrazos consoladores. A pesar de esta, su naturaleza, los hombres nos olvidamos de esa condición, de su bendita presencia y su amor y pretendemos honrarle un solo día. Este día es como sagrado para algunos y le honran con flores, mariachis, serenatas, comidas, regalos, o simplemente se acuerdan que tienen una madre. Pero el resto del a ñ o la ignoramos y hasta la ofendemos y la denigramos. La ofendemos cuando le mentamos la madre a un ser que nos ofendió, la denigramos cuando la vemos con lujuria en la calle o le gritamos peladeces o la menospreciamos por su calidad de mujer. Decía un gran maestro de la India, Swami Sivananda que el niño qui