Las opiniones ajenas
Cuando nos dejamos guiar por las opiniones ajenas o nos inhibimos por ellas podemos sufrir muchas consecuencias. Una de ellas, estar aprisionados por lo que nos dicen los otros, por su aprobación o desaprobación. No hacemos nada sin que tengamos la aprobación de los otros, desde el simple hecho del tipo de ropa a usar, la carrera apropiada, la esposa a elegir. En este rejuego de toma de decisiones entra el ego del orgullo y la vanidad. Este defecto se puede manifestar de diversas maneras, ora sintiéndonos menos, malos, feos, perdedores. Y cuando queremos tomar una decisión sobre X o Y asunto, el ego se mete en la mente y vienen una serie de opiniones, negaciones, valoraciones o descalificaciones. Si una pareja ha llegado al límite de su tolerancia y quiere separarse, no lo hace por la sencilla razón del qué dirán. Qué van a pensar los padres, los amigos y vecinos. Y aunque ya no desean permanecer más juntos, prefieren vivir en su infierno para evitar la opinión de los otros.