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Mostrando entradas de noviembre 15, 2015

Kali yuga, era oscura

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Prócoro Hernández Oropeza Esta humanidad doliente no para de sufrir. Por doquier los tambores de guerra parecen sonar con fuerza; hay ganas de pelear, aplastar, avasallar, controlar. El control de la humanidad ha sido siempre la constante de aquellos que buscan afanosamente el poder, la idolatría, la soberbia, riqueza, sueños de grandeza y reconocimiento. Unos matan por su dios, otros por el dinero, unos más por la venganza, ira, celos, avaricia, codicia. A esta era los antiguos sabios vedas le llamaron el Kali yuga, una era de oscuridad y terror. De acuerdo a sus pronósticos, inició por el ano 3012 a.C y finalizará con la devastación casi total de la humanidad actual. Es una edad de confusión, era del consumismo, los deseos insatisfechos, la intolerancia, el rechazo y la discriminación, la separatividad, el hartazgo, la ignorancia. En la actualidad casi todo se presenta ante nosotros como grande, deseable y digno, pero sólo es una solución a corto plazo y finalmente basura y decep

Reflexiones bíblicas sobre Siria

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Prócoro Hernández Oropeza ¿Qué maldición asola a muchos pueblos del oriente, como ocurre con Siria ahora? Los arqueólogos han demostrado que la civilización en Siria era una de las más grandes antiguas sobre la Tierra. Alrededor de la ciudad excavada de Ebla en el norte de Siria, descubierta en 1975, se asentó un gran imperio semita que se diseminó desde el Mar Rojo Norte hasta Turquía y al Este hasta Mesopotamia, desde el 2500 hasta el 2400 A.C. Su error es estar ubicada en un lugar estratégico por donde los diversos imperios antiguos y modernos han disputado su hegemonía. Por ejemplo, durante el segundo milenio a. C., Siria fue ocupada sucesivamente por cananeos, fenicios, y arameos. Los hebreos finalmente se establecieron al sur de Damasco, en la región conocida como Canaán; los fenicios se asentaron a lo largo de la costa de estas áreas, así como también en el Oeste, en la zona (Líbano). Pero también egipcios, sumerios, asirios, babilonios e hititas ocuparon sucesivamente el estr

Rumi, poeta y sabio

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Prócoro Hernández Oropeza La poesía es un lenguaje revelador, misterioso a veces, pero sobre todo, la expresión de lo más sublime o divinal que existe en el hombre. La poesía tiene la magia para trocar nuestros estados de ánimo o describir con precisión matemática los estados del alma; sus vibraciones de luz o de sombras. Un poeta es como un elegido por el halo divino para cantar a las bondades del amor o de las angustias del hombre. Sus musas, aunque pueden ser externas, son las internas las que inducen la armonía, el equilibrio, el ritmo y el sentido del poema. Moulana Jalalod-din Balji Mohammad, mejor conocido como Rumi, es uno de esos poetas que han sabido expresar esa divinidad y sabiduría interna. Pese a que nació en 1207 en la ciudad de Balj, hoy Afganistán, sus poemas siguen con mucha vigencia y la poseen porque nacieron de lo más profundo de su corazón, de tal forma que ha trascendido la temporalidad, la temática y su estructura. Rumi, además de poeta, fue un pensador y mí

La humildad, una virtud excelsa

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Prócoro Hernández Oropeza Uno de los obstáculos para el desarrollo espiritual es la vanidad u orgullo. Aunque a la palabra se le da también una connotación positiva, en realidad no es más que un enmascaramiento del ego de la vacuidad. Como nos sentimos vacíos entonces pretendemos llenarlo con sentimientos de arrogancia, prepotencia, intolerancia, superioridad, poder. Precisamente la palabra vanidad, del latín vanĭtas, es la cualidad de vano (vacío, hueco o falto de realidad, sustancia o solidez). Esa carencia de sustancia o solidez nos obliga a recurrir también al autoritarismo, la envidia, la crítica, el malhumor, el enfado, baja autoestima. Aquellos que sienten esa ausencia de estima la cubren con actitudes o instrumentos que aparentemente la suplen, tales como presumir prendas costosas, casas arrogantes y suntuosas, un escritorio demasiado grande para magnificar el poder del jefe, así como otros artificios con los que se desea mostrar la valía de un hombre, que en el fondo está v