La necesidad de un maestro VI, Swami Sivananda
Segunda parte Prócoro Hernández Oropeza De Malasia, Sivananda se trasladó hasta el Himalaya, un lugar por cierto al que muchos buscadores espirituales o grandes sabios acuden en busca de su guía. En ese lugar, como otros maestros, Sivananda sostuvo que se le hicieron evidentes los aspectos positivos de la vida y el propósito y objetivo verdadero de la vida humana. “Dios llegó a mí en la forma de un anhelo –que lo consumía todo– por experimentarlo a Él como el Ser de todo. La meditación y el servicio vinieron con rapidez; y luego llegaron diversas experiencias espirituales. El cuerpo, la mente y el intelecto, como tales accesorios limitadores, se desvanecieron, y todo el universo brilló como Su Luz. En ese momento, Dios vino en la forma de esta Luz, en la que todo asumió una forma divina, y el dolor y el sufrimiento, que parecían afectar a todos, se me presentó como un espejismo, como la ilusión creada por la ignorancia, debido a los bajos apetitos sensuales que acechan dentr