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Mostrando entradas de septiembre 28, 2014

Pureza de motivos

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Prócoro Hernández Oropeza procoroh@gmail.com Los recuerdos de la infancia sirven sólo como referencia para medir nuestra distancia o nuestros pasos, mucho mejor para saber si hemos avanzado a lo largo de nuestra vida. De cierto digo que nuestra visita a este planeta es para aprender lecciones, lecciones de vida que nos ayuden a trascender, a mejorar, a superar todos los retos que se nos presentan. Todos enfrentamos muchos retos desde que nacemos. No por casualidad el gran Buda afirmaba que desde que nacemos enfrentamos sufrimiento y lo enfrentaremos mientras sigamos presos del deseo. De pequeño necesitábamos calor, protección, alimento y si no lo teníamos a la mano de inmediato venían los berrinches o los chillidos. Y ellos se seguirán expresarán de acuerdo a nuestro nivel de consciencia. En aquellos con débil consciencia y con egos fuertes seremos más exigentes que otros, más berrinchudos, más llorones. Hay niños o niñas que vienen más pacíficos y tolerantes, risueños y alegres, b

Discordias y desamores

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Prócoro Hernández Oropeza “…10Echa fuera al escarnecedor y saldrá la discordia, y cesarán también las riñas y los insultos. 11El que ama la pureza de corazón tiene gracia en sus labios, y el rey es su amigo…” Proverbios 22 La discordia es un mal que asola a la humanidad, consciente o inconscientemente. Un díscolo no sólo es un testigo falso que habla mentiras, también se refiere a quienes encienden rencillas entre los hermanos o entre sus semejantes. Sembramos discordia cuando emitimos un juicio, una crítica, descalificación, mentira o perversidad. Caifás, el sacerdote judío que instigó a los romanos para que mataran a Jesús es un claro ejemplo de sembrador de la discordia. Por ello él representa fielmente el papel de una de las tres fieras del demonio, el de la mala voluntad. Así como Judas asumió el demonio del deseo y Pilatos el de la mente, Caifás metió discordia entre su pueblo y en el Sanedrín (tribunal supremos de los judíos) para que condenaran a muerte a Jesús, por eso se