Pitágoras, la palabra sagrada
Prócoro Hernández Oropeza Las razones por las que Pitágoras eligió Crotona como sede de su academia se debieron, entre otras, a que no sólo quería enseñar su doctrina esotérica a un círculo de iniciados o elegidos, sino aplicar sus principios a la educación de la juventud e influir en la vida de la sociedad y el estado. Además de que las ciudades griegas asentadas en el golfo de Tarento eran más liberales y menos influidas por la demagogia. Pitágoras era demasiado riguroso para la admisión de alumnos y decía que “No toda la madera sirve para hacer un mercurio.” Así que luego de meses de observación y pruebas, los alumnos escogidos eran sometidos a las pruebas decisivas, una imitación menos severa que las pruebas iniciáticas egipcias. Una de las pruebas morales consistía en encerrar al discípulo en una celda desnuda. En una pizarra le pedían que buscara el sentido de, por ejemplo: ¿Qué significa el triángulo inscrito en el círculo? Si lograba pasar todas las pruebas entonces empezaba