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Los jueces del karma

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Prócoro Hernández Oropeza Así como en este planeta se han instituido leyes, códigos, penalidades, tribunales y jueces para normar las relaciones entre los hombres, en otros planos también existen sus ordenanzas, tribunales y jueces que se encargan de normar nuestra vida espiritual. En la tierra damos cuenta de nuestra acciones materiales y si cometemos algún delito, no sólo lo pagamos con posible cárcel o multa, en otros planos también daremos cuenta de esas acciones. Y podremos escapar a la justicia humana pero nunca a la justicia divina. A cada acción positiva o negativa se le llama karma y cuando morimos, nuestra alma es llevada ante el tribunal de la justicia cósmica. Anubis es quien pesa las almas, pesa su karma, es decir las acciones positivas o negativas de ese individuo, también se les conoce como karma y dharma. Anubis, en la antigüedad egipcia era conocido como un dios funerario, maestro de las necrópolis y patrón de embalsamadores, representado como un gran cánido negro...

El templo corazón II

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Prócoro Hernández Oropeza El corazón físico es un órgano vital para la vida. Es como una fábrica que procesa y nutre la energía de vida a través de la sangre, impulsa la sangre por los vasos de todo el cuerpo contrayéndose y relajándose rítmicamente, al ritmo del universo y de nuestras vibraciones. Pero adentro, en el ámbito etérico existe otro corazón, el corazón del corazón. Un corazón de oro, un templo dorado donde habita nuestra divinidad, nuestro sol interior. A ese templo debemos acudir cuando queremos entrar en contacto con nuestra sabiduría interna, con el amor, la compasión, la verdad, la felicidad. Pero ese templo debemos construirlo con la imaginación creativa, darle forma y vida. Afirmaba Jiddu Krishnamurti que todos tenemos un templo, pero cada cual ha de crear la Imagen, el ídolo, la Belleza en cuyo torno podamos manifestar nuestro amor y devoción; porque si mantenemos el Templo vacío, como la mayoría de nosotros hacemos, no podremos crear. En ese corazón habita nues...

Entre la oscuridad y la luz

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Prócoro Hernández Oropeza Hay desosiego, dolor, pesadumbre, inquietud e incertidumbre ante los sucesos cotidianos que pesan sobre este país de grandes hombres como Quetzalcóatl, Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón, Emiliano Zapata, Francisco Villa y muchos otros que con sus ideales y proezas han construido una nación de mexicanos. No una nación mejor que otra, simplemente un pueblo que como todos los demás desea la paz, justicia, libertad y el amor. No obstante, los oscuros, los violentos, los ególatras y enfermos de poder obscurecen esos anhelos y aniquilan la esperanza de construir el paraíso en esta tierra, en este planeta. Duele lo que sucede en Guerrero, en Michoacán, en Sinaloa, Tamaulipas, en otros países, como Israel, palestina, Siria, Irán, África. Duele porque el odio, la ira, el desprecio, ignominia, las pasiones más bajas del hombre dominan la política, economía, salud, el trabajo y la justicia. No es el amor al prójimo, no la compasión, no la justicia, la liberta...

Las limitaciones mentales

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Prócoro Hernández Oropeza La mayor parte de nuestras limitaciones son mentales, no hay duda. Las causas son las creencias, hábitos, costumbres, valores, mitos, paradigmas, miedos y una educación que se basa en la competencia. Esas limitaciones nos impiden ver el bosque y no podemos mirar que hay más allá de las ramas de un árbol. Cuando Henry Ford pidió a sus empleados la construcción del motor de V8 cilindros, sus técnicos sostenían que era imposible. Ford les pidió que se salieran de sus límites (mentales) y les mostró una maceta. Les dijo: vean esta maceta, debido a que su espacio (el macetero) está reducido, esa planta ya no puede crecer más, pero qué pasa si la cambio a un macetero más grande, por supuesto que va a crecer. ¡Sálganse de sus límites y encontrarán la respuesta! En efecto, tiempo después sus técnicos lograron construir el motor V8. Nuestros límites mentales son un obstáculo para nuestro crecimiento, no sólo material, sino también espiritual. Uno y otro no riñen, s...

La música y el alma

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Prócoro Hernández Oropeza ¿Qué sería de los humanos sin la música? Sin duda un mundo sórdido, triste, apagado, sombrío. Es a través de la música que el hombre le canta a sus penas y a sus glorias, a la tristeza y al amor. A través de ella podemos trasladarnos de la nostalgia o tristeza a los estados más sublimes del alma. Recuerdo aquellos tiempos de estudio en la ciudad de México, allá en los 80’s. Después de vivir en el pacífico, primero en Mazatlán, luego en Puerto Vallarta, donde el don de gentes, la naturaleza, el mar son maravillosos, vivir en una gran urbe, era para mí como algo no muy halagador. La ciudad de México tiene indudables encantos también como su cultura, sus teatros, universidades, el centro histórico con tantas postales de recuerdos, arquitectura, vendimias y pasiones, pero también es una ciudad con mucho ajetreo; una ciudad que camina con prisa. Todos allá parecen perseguidos por el tirano del tiempo. Pero el recuerdo del que les hablo son aquellas islas que a al...

Ser o no ser

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Prócoro Hernández Oropeza Ser o no ser,afirmaba Shakespeare: “Ser o no ser, he aquí la cuestión. ¿Qué es más elevado para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra el piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? Morir..., dormir; no más ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y al los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir... dormir, tal vez soñar! ¡Si, ahí está el obstáculo! Pues es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevivir en ese sueño de la muerte, cuando nos hayamos liberado del torbellino de la vida.” Este tipo de cuestionamientos nos los hacemos constantemente, sobre todo cuando nos enfrentamos a situaciones adversas o muy duras. Entonces nos llegan esos mismos pensamientos que se le presentaron a Hamlet, luego que el espíritu de su padre le reveló a su asesino y le clamó venganza. Morir, morir o ...

El tiempo es oro

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Prócoro Hernández Oropeza procoroh@gmail.com Los que piensan en las cosas materiales, lo sostienen y con mucho ahínco que el tiempo es oro. Cada segundo, minuto u hora perdida va en detrimento de sus ganancias, riqueza o dominio material. Esas personas sólo piensan en la acumulación del dinero, poder o éxito. Dedican su vida completa, en cuerpo y alma, en conseguir esas cuestiones materiales. Y está bien si ese ha sido su papel, su vibración o su misión en esta vida. Pero seguramente esa dedicación y premura por no perder un solo segundo en cosas nimias, le acarreará éxitos, satisfacciones, pero también enfermedades, desilusiones y posibles acciones karmáticas. La mayoría de las personas piensan que sólo viven una vida, cuya duración puede ser de meses o años, no más de cien. Pocos lo sobrepasan o se acercan a la centuria. Los gentiles de antes se dice llegaban a vivir hasta cerca de los mil años, eran muy longevos, los menos hasta 300. De esto dan cuenta los libros sagrados como ...