Ser o no ser
Prócoro Hernández Oropeza
Ser o no ser,afirmaba Shakespeare: “Ser o no ser, he aquí la cuestión. ¿Qué es más elevado para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra el piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? Morir..., dormir; no más ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y al los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir... dormir, tal vez soñar! ¡Si, ahí está el obstáculo! Pues es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevivir en ese sueño de la muerte, cuando nos hayamos liberado del torbellino de la vida.”
Este tipo de cuestionamientos nos los hacemos constantemente, sobre todo cuando nos enfrentamos a situaciones adversas o muy duras. Entonces nos llegan esos mismos pensamientos que se le presentaron a Hamlet, luego que el espíritu de su padre le reveló a su asesino y le clamó venganza. Morir, morir o dormir. La cobardía se presente en nosotros y algo nos dice que es preferible, huir, dormir (ignorar o esconder la cabeza bajo tierra como el avestruz) o de plano quitarse la vida, así ya no habría más pesar, ni sufrimiento.
Sin embargo, venimos a este planeta a vivir experiencias, unas hermosas, valerosas, otras tristes, desagradables o terriblemente absurdas o violentas. Y es aquí donde debemos sacar lo mejor de nuestra grandeza interior y enfrentar cualquier situación, pero no desde el miedo, la angustia, desazón o la cobardía. Enfrentarlas con el filo de la espada de nuestra sabiduría interior, de nuestros valores y nuestras virtudes, principalmente desde el amor.
Decía un maestro, cuando te enfrentes a una adversidad o a un enemigo poderoso o a una calamidad, sólo pregúntate, ¿qué haría el amor aquí y ahora? En el diálogo de Krishna con Arjuna, el maestro le instruye en que no se apegue a nada, que todo lo haga en devoción a Dios, sirviendo y amando a Dios.
Así, cuando Hamlet se pregunta: ¿Quién soportaría: los ultrajes y desdenes del mundo, los agravios del opresor, las afrentas del soberbio, los tormentos del amor desairado, la tardanza de la ley, las insolencias del poder y los desdenes que el paciente mérito recibe del hombre indigno…? Hamlet mismo se responde: Cuando uno mismo podría procurar su reposo con un simple estilete. Claro, esa no es la salida correcta. Eso es huir como un cobarde.
En cambio, cuando analizamos el problema a enfrentar, por más doloroso o terrible que sea, simplemente debemos apelar a nuestra comprensión interna y tal vez venga la respuesta. Es posible el pago a una acción karmática, la consecuencia de una acción que realicé en el pasado; Ley de causa y efecto. Entonces la enfrentaré con valentía, sin apego, ni temor, dejando fluir y aprendiendo la lección de tal evento. Es apelar a nuestro verdadero Ser y dejar que él nos guié. Él sabe el camino. El Ser del Ser.
El problema es que como vivimos en ignorancia, cuando decimos ser o no ser, no entendemos que vivimos en ese dilema constantemente. Somos el Ser, la gran chispa divina, pero por educación o por ignorancia se nos ha dicho que somos algo distinto, una personalidad, con una historia y un cuerpo físico. Creemos que somos la personalidad con nuestras limitaciones materiales o mundanas y no un Ser divino que ha venido a vivir experiencias humanas. Somos eternos y esta vida con sus múltiples experiencias es para encontrar respuestas acerca de nuestra verdadera identidad, para recordar quiénes somos en verdad: seres de luz y amor.
Ser o no ser,afirmaba Shakespeare: “Ser o no ser, he aquí la cuestión. ¿Qué es más elevado para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra el piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? Morir..., dormir; no más ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y al los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir... dormir, tal vez soñar! ¡Si, ahí está el obstáculo! Pues es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevivir en ese sueño de la muerte, cuando nos hayamos liberado del torbellino de la vida.”
Este tipo de cuestionamientos nos los hacemos constantemente, sobre todo cuando nos enfrentamos a situaciones adversas o muy duras. Entonces nos llegan esos mismos pensamientos que se le presentaron a Hamlet, luego que el espíritu de su padre le reveló a su asesino y le clamó venganza. Morir, morir o dormir. La cobardía se presente en nosotros y algo nos dice que es preferible, huir, dormir (ignorar o esconder la cabeza bajo tierra como el avestruz) o de plano quitarse la vida, así ya no habría más pesar, ni sufrimiento.
Sin embargo, venimos a este planeta a vivir experiencias, unas hermosas, valerosas, otras tristes, desagradables o terriblemente absurdas o violentas. Y es aquí donde debemos sacar lo mejor de nuestra grandeza interior y enfrentar cualquier situación, pero no desde el miedo, la angustia, desazón o la cobardía. Enfrentarlas con el filo de la espada de nuestra sabiduría interior, de nuestros valores y nuestras virtudes, principalmente desde el amor.
Decía un maestro, cuando te enfrentes a una adversidad o a un enemigo poderoso o a una calamidad, sólo pregúntate, ¿qué haría el amor aquí y ahora? En el diálogo de Krishna con Arjuna, el maestro le instruye en que no se apegue a nada, que todo lo haga en devoción a Dios, sirviendo y amando a Dios.
Así, cuando Hamlet se pregunta: ¿Quién soportaría: los ultrajes y desdenes del mundo, los agravios del opresor, las afrentas del soberbio, los tormentos del amor desairado, la tardanza de la ley, las insolencias del poder y los desdenes que el paciente mérito recibe del hombre indigno…? Hamlet mismo se responde: Cuando uno mismo podría procurar su reposo con un simple estilete. Claro, esa no es la salida correcta. Eso es huir como un cobarde.
En cambio, cuando analizamos el problema a enfrentar, por más doloroso o terrible que sea, simplemente debemos apelar a nuestra comprensión interna y tal vez venga la respuesta. Es posible el pago a una acción karmática, la consecuencia de una acción que realicé en el pasado; Ley de causa y efecto. Entonces la enfrentaré con valentía, sin apego, ni temor, dejando fluir y aprendiendo la lección de tal evento. Es apelar a nuestro verdadero Ser y dejar que él nos guié. Él sabe el camino. El Ser del Ser.
El problema es que como vivimos en ignorancia, cuando decimos ser o no ser, no entendemos que vivimos en ese dilema constantemente. Somos el Ser, la gran chispa divina, pero por educación o por ignorancia se nos ha dicho que somos algo distinto, una personalidad, con una historia y un cuerpo físico. Creemos que somos la personalidad con nuestras limitaciones materiales o mundanas y no un Ser divino que ha venido a vivir experiencias humanas. Somos eternos y esta vida con sus múltiples experiencias es para encontrar respuestas acerca de nuestra verdadera identidad, para recordar quiénes somos en verdad: seres de luz y amor.
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