Las limitaciones mentales


Prócoro Hernández Oropeza
La mayor parte de nuestras limitaciones son mentales, no hay duda. Las causas son las creencias, hábitos, costumbres, valores, mitos, paradigmas, miedos y una educación que se basa en la competencia. Esas limitaciones nos impiden ver el bosque y no podemos mirar que hay más allá de las ramas de un árbol.
Cuando Henry Ford pidió a sus empleados la construcción del motor de V8 cilindros, sus técnicos sostenían que era imposible. Ford les pidió que se salieran de sus límites (mentales) y les mostró una maceta. Les dijo: vean esta maceta, debido a que su espacio (el macetero) está reducido, esa planta ya no puede crecer más, pero qué pasa si la cambio a un macetero más grande, por supuesto que va a crecer. ¡Sálganse de sus límites y encontrarán la respuesta! En efecto, tiempo después sus técnicos lograron construir el motor V8.
Nuestros límites mentales son un obstáculo para nuestro crecimiento, no sólo material, sino también espiritual. Uno y otro no riñen, si se busca un equilibrio entre ambos. En videos que los cibernautas suben a las redes se muestran muchos ejemplos de personas que se podría decir tienen limitaciones físicas. Por ejemplo, un personaje ya muy popular, el australiano Nicholas James Vujicic nació sin extremidades, ni piernas ni brazos y todos en la familia pensaron que iba a ser un estorbo o una carga y una vida difícil para él. Nicholas cuenta que su madre, el amor de su madre lo motivó a desprenderse de esos tabúes, de esas limitaciones mentales y a creer en él para superar cualquier obstáculo y lo logró, para sorpresa de todos. Ahora es un gran orador motivacional, predicador cristiano, y director de Life Without Limbs, una organización para personas con discapacidades físicas. Es especialmente conocido por ser el protagonista del cortometraje "El circo de las mariposas”.
Así como esta historia existen muchas más, donde la gente demuestra que cuando sale de sus límites puede mover montañas, como decía Jesús. “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” (Marcos 11:23-24). La fe es otro ingrediente fundamental para salir de esas limitaciones.
La fe tiene que nacer en el hombre interior como el nuevo nacimiento. La fe es muy distinta a la creencia. No basta creer, sino tener la certeza de que se puede lograr lo que se proponga en la vida. Sólo mediante la experiencia personal de confrontar las dualidades de la vida con certeza y sin temor se puede afrontar cualquier reto. El miedo es uno de los mayores obstáculos. Se tiene miedo, pero no se sabe a qué, sólo a suposiciones; mientras no se afronten los riesgos, nunca se sabrá de los resultados. Muchas veces por miedo, no asumimos los compromisos del cambio o de la toma de decisiones.
En el campo espiritual, esas limitaciones están muy arraigadas, sobre todo por una religión castrante o con dogmas muy limitantes; unas te dicen que Dios castiga si no cumples sus mandatos; usan el miedo para controlarte. Otras te piden que busques a Dios afuera y como no lo encuentras te sientes frustrado y mejor prefieres no creer en nada. Así que, aparte de la fe, es necesario tener plena consciencia de quiénes somos en realidad. No este cuerpo físico, con su personalidad, somos dioses en construcción, seres de luz, viviendo experiencias humanas. Pero nuestra mente limitada lo niega y dice que somos fulano de tal con sus títulos, honores, desgracias, arrebatos, pasiones y tal vez pequeños destellos de alegrías y glorias. Sal de tus límites y ten fe en tu grandeza divina y empieza a vivir como si ya estuvieras iluminado. Empieza a vivir como si ya estuvieras en el paraíso.

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