Reflexiones sobre la locura humana
Prócoro Hernández Oropeza
La ciencia ficción, la literatura y algunos videntes han
pronosticado situaciones críticas para la humanidad, tal como la pandemia que
hoy azuza al planeta. En su novela titulada Ensayo sobre la ceguera, el
escritor José Saramago narra el surgimiento de una pandemia provocada por un
virus desconocido que deja ciegos a quienes se contagian, sólo pueden ver una
luz blanca y densa.
Al inicio del libro, Saramago describe a un hombre que ha
quedado ciego de forma inexplicable en medio de la calle. Este conducía un auto
y al llegar a un alto del semáforo ya no pudo avanzar. Las reacciones de la
gente son diferentes; los automovilistas de atrás tocan frenéticamente el claxon,
otras se acercan a tratar de ayudar al hombre. Este les dice que inexplicablemente
ha perdido la vista, todo lo ve en blanco. El escritor la llama ceguera blanca
que vino de la nada, algo parecido a la pandemia del Covid-19.
Unas personas proponen que sería mejor dejar el coche
estacionado, y otro que sería mejor llevarlo a su casa. Uno de ellos se propone
llevar al ciego a su casa. Este ciego, a pesar de la desesperación en la que se
encontraba, no dudó del “buen” samaritano, pero al final ese se aprovechó de la
situación y le robó el coche. En esta parte de la novela se describe el
comportamiento de la gente; unos perplejos por lo que acontece al hombre ciego,
le llamaremos X, otros, los conductores que iban atrás reaccionan iracundamente,
haciendo suposiciones y desplegando su ira y luego el supuesto samaritano que
al final aprovechó la situación y le robo el auto pone al descubierto la
condición humana.
Este primer ciego X visita a un oftalmólogo que es incapaz de
encontrar la causa de la ceguera. Tras minuciosos exámenes médicos los ojos se
revelan «en perfecto estado, sin la menor lesión, reciente o antigua, de origen
o adquirida» Pero el verdadero problema de esta ceguera no es su origen
desconocido sino su alto grado de contagio, su tendencia a expandirse entre la
población como un simple resfriado. Poco a poco el mundo va cayendo en la
ceguera, sin que ninguna precaución posible pueda evitarlo. El oftalmólogo
esbozará una especie de explicación que establece la causa no en los ojos, no
en lo físico, sino en el cerebro: «los ojos no son más que unas lentes, como un
objetivo, es el cerebro quien realmente ve, igual que en una película la imagen
aparece, y si esos canales se han atascado, como dice aquí el señor, Eso es lo
mismo que un carburador, si la gasolina no consigue llegar, el motor no trabaja
y el coche no anda» Pero las explicaciones médicas no las hay, nadie sabe de
dónde vino la enfermedad y contagio. Como en el caso del Covid-19, de China de
Estados Unidos, de la logia negra, sabe.
El ensayo la ceguera plasma el inicio de un brote, ya sea
por contagio o por ilusión por parte de los personajes. Primero el hombre
nervioso, luego el ladrón y posterior el doctor. Luego la enfermedad se contagió
a muchas personas más; el estado se ve rebasado y como hay hospitales insuficientes
ni médicos para atender la pandemia, los contagiados se ven obligados a
permanecer en cuarentena en un manicomio abandonado, con órdenes de no salir de
ese lugar. El que salga muere y si alguien muere dentro de las instalaciones es
responsabilidad de ellos mismos, así como de su entierro, cualquier contacto
que tengan con objetos materiales debe ser destruido y quemado. Que en
sencillas palabras significa, ustedes se encuentran solos.
En el libro se plasma una versión decadente de la idea
original de reclusión de los enfermos, Es decir, el gobierno prometía la
entrega de productos de higiene y alimentos, pero esta ayuda no llega, ni
siquiera las instalaciones estaban preparadas para vivir en ellas. Cosa curiosa,
con la actual pandemia, no hay hospitales ni médicos suficientes para enfrentarla.
En algunos países no hay espacios suficientes para recoger, cremar o enterrar a
los muertos. En Nueva York los están enterrando en un parque, en Ecuador tardan
las autoridades hasta cinco días en recoger un cadáver, aquí la gente les genera pánico encontrarse en la calle o en el autobús con una enfermera porque piensan que les van a contagiar, a grado tal que las bajan del camión, o las bañan con alcohol y agua.
En ningún momento en toda la obra se menciona ni un solo
nombre, los personajes no interesan tanto como individuos cuanto como entidades
caracterizadas por un único atributo distintivo. Así, los personajes que
desfilan por Ensayo sobre la ceguera aparecerán mencionados como «el primer
ciego», «la mujer del primer ciego», «el médico», «la mujer del médico», «la
chica de las gafas oscuras», «el viejo de la venda en el ojo», «el niño
estrábico», «el ladrón» o «el farmacéutico» en estos siete personajes Saramago pretende
englobar a todas las actitudes posibles de la Humanidad ante un mismo
acontecimiento. En la actual pandemia muchos no creen que exista realmente esta
enfermedad, que no es contagiosa como cuentan las autoridades sanitarias, es el
producto de una actitud mezquina y voraz de una de las grandes potencias para
debilitar a otra, otros aprovechan para saquear comercios, los gobernantes no atinan
qué hacer, se culpan entre ellos y nadie sabe cómo detenerla, la economía está
dando grandes tumbos y los analistas pronostican una grave crisis.
En la mayor parte del planeta se ha decretado una
cuarentena, de tal forma que debemos estar confinados en los hogares, no
tenemos permiso de salir, a menos que sea por algo muy necesario; solo gente que
trabaja en lo que el gobierno considera como actividades vitales, o a comprar
comida. Pero en otros, como en este estado donde radico, los mayores de sesenta
años o los gordos no pueden andar en la calle o serán encarcelados y
pagarán fuertes sanciones económicas. Si alguien va transitando en su auto y no
lleva cubrebocas también es objeto de multas grandes.
Cuál es el carácter simbólico y filosófico que Saramago da
de la ceguera. A través de los diálogos
nos otorga algunos elementos acerca de la causa y la naturaleza de la ceguera.
La mujer del médico, siempre desde el punto de vista de la persona no ciega (ella
no fue afectada por esa enfermedad y siguió a su marido, el médico para
cuidarlo), atribuye primero la ceguera al miedo y más adelante a la falta de
esperanza. Para la chica de las gafas oscuras la ceguera y la muerte se igualan
en el hombre: «estamos ya muertos, estamos ciegos porque estamos muertos, o, si
prefieres que lo diga de otra manera, estamos muertos porque estamos ciegos, da
lo mismo». A lo que la mujer del médico responde que la ceguera blanca es una
ceguera de sentimientos, unos sentimientos que nacieron de los ojos y que
necesariamente ya no pueden ser los mismos, privados ya de la vista. La conclusión
final de Saramago parece establecer el origen de la ceguera en un motivo mucho
más simbólico y abstracto: «Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos
ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven».
Interesante conclusión que se asemeja a mucho de lo que
padece nuestra humanidad ahora. Estamos ciegos y en nuestra ceguera no sabemos
lo que está ocurriendo ahora. Ahora nos damos cuenta de lo frágil que somos, en
cómo un virus tan pequeño ha obligado a casi toda la humanidad a rendirnos ante
sus garras; unos con miedo, otros con angustia y desesperanza, incredulidad,
otros, muy pocos con la esperanza de que esta humanidad abra los ojos,
despierte y vea que todo esto es una ilusión, una increíble ilusión que debemos
develar con los ojos del amor y la compasión; un karma mundial por algo que
hicimos en el pasado y al que debemos enfrentar sin miedo, sólo con la certeza
de que todo es pasajero y ya vendrán nuevos horizontes.
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