Las epidemias psíquicas II



Prócoro Hernández Oropeza
Hemos dicho que las epidemias más peligrosas que las enfermedades, terremotos o huracanes son las psíquicas: celos, ira, odio, resentimiento, tristeza, depresión, angustia, soledad, lujuria, codicia, envidia, pereza, gula generan más muerte y sufrimiento que todas las pandemias juntas. Sostenía el psicólogo Jung que nuestra especie se encuentra en medio de una epidemia psíquica llamada egofrenia maligna. No reconocemos nuestra locura colectiva, porque no sólo es tan penetrante, sino tan abrumadoramente obvia. Todo cuanto se necesita para ver la locura de nuestra especie es abrir los ojos y mirar lo que le estamos haciendo a los demás, al entorno del que dependemos para nuestra supervivencia, y a nosotros mismos. ¿Qué posible mayor evidencia de una psicosis colectiva podíamos necesitar? Nos hemos habituado a nuestra locura colectiva, pensando en ella como “normal,” lo que es en sí mismo una expresión de nuestra locura.
Ahora con el Covide 19 las masas hacen compras de pánico, sobre todo de productos no indispensables, los gobiernos cierran las fronteras, ponen a la gente en cuarentena y algunos no saben cómo reaccionar. Estamos tan absorbidos de manera inconsciente en reaccionar a los acontecimientos en nuestro mundo, que no nos hemos dado cuenta de los procesos psíquicos más profundos que están dando forma a lo que estamos actuando y creando. Con nuestro miedo, nuestras emociones y pensamientos negativos acrecentamos la oscuridad que se cierne. Emociones y pensamientos son energía y esa la exteriorizamos y se colectiviza. Los medios de comunicación tan variados, las redes sociales ayudan a expandir esas energías al universo y le vamos dando forma a un planeta, a una humanidad enferma, a una sociedad envuelta en el miedo, el pánico.
Por eso Jung dijo: “Cuando nos fijamos en la historia humana, sólo vemos lo que ocurre en la superficie, e incluso esto se distorsiona en el espejo desvanecido de la tradición. Pero lo que realmente ha estado sucediendo elude la mirada inquisitiva del historiador, porque el verdadero acontecimiento histórico se encuentra profundamente enterrado, experimentado por todos y observado por ninguno. Es el más privado y más subjetivo de las experiencias psíquicas. Las guerras, dinastías, agitaciones sociales, conquistas y religiones no son más que los síntomas superficiales de una actitud psíquica secreta desconocida incluso para el propio individuo.” Agregaría que las enfermedades también.
Es muy peligroso cuando millones de personas caen juntas en su inconsciente y lo exteriorizan en masa. Jung dijo, “Las masas son siempre caldo de cultivo de las epidemias psíquicas, los acontecimientos en Alemania son un ejemplo clásico de esto.” La psicología de masas, que es un fenómeno-rebaño basado en el miedo, se convierte entonces en el orden del día. Las psicosis de masas conducen inevitablemente a un comportamiento criminal. Cuando se habla de Alemania en la década de 1930, Jung parecía inquietantemente profético cuando dijo:: “… cayó presa de la psicología de masas, a pesar de que de ninguna manera es el único país amenazado por este peligroso germen.”
Caer colectivamente en el miedo nos permite ser fácilmente manipulados y controlados por los líderes, cuando ellos mismos han caído presa de la potencia de atracción de la sombra. Entonces estamos mutuamente alimentándonos de y alimentando a la inconsciencia de los demás. Una vez que las emociones, tales como el miedo alcanzan un cierto tono, dijo Jung, “…la posibilidad de la razón teniendo algún efecto cesa, y su lugar es tomado por los lemas y quiméricas de deseos fantasiosos. Es decir, resulta en una especie de posesión colectiva que se desarrolla rápidamente en una epidemia psíquica.”
El miedo es múltiple como los cabellos de la medusa, el temor a lo desconocido, temor a fantasmas, temor a la magia negra, a enfermarse, a morir; esto puede disparar visiones paranoicas. Cuando uno tiene miedo, luego procesa otro miedo y este es el Miedo al Miedo. La clave es no huir frente al miedo, debemos enfrentar al miedo y pensar que el miedo no nos va a devorar, no nos va a torturar, esto dependerá de nosotros, es una clave.
Carl Jung contaba que en una experiencia él estaba frente a un gran demonio, se sobrecogió, tenía miedo, aun así, tuvo el valor de preguntarle al demonio, ¿Y ahora que me vas hacer? Y el demonio le respondió: eso depende de ti. Sí depende de nosotros si nos dejamos atrapar por el miedo y caemos en sus garras, como pretenden fuerzas oscuras ahora.
El temor nos hace ver lo inútil que es la vida, y que no tiene sentido; esto es peligroso porque generamos una visión angustiante de nuestra existencia y ahí están los yoes de ansiedad y de tristeza, de depresión y suicidio. El miedo a enfermar, es posible que enfermemos y muramos. Es natural, es el ciclo de la existencia de todo lo vivo, pero depende en cómo lo afrontamos, con miedo o con alegría. La clave para trascender el miedo es No tener miedo. Si se presenta ante nosotros ese demonio de la mente con pensamientos negativos, de terror ante lo que ocurre ahora, es obvio que vamos a sentir pánico por lo que sucederá mañana y solo podremos vencerlo a través de la serenidad, si no tenemos serenidad, habremos perdido la prueba y seremos víctimas de sus garras.
Para finalizar, Jung sentenció que es necesario reconocer nuestra complicidad de lo que está ocurriendo: “Un hombre sabe también que lo que está mal en el mundo está mal también en él mismo, y si sólo aprende a lidiar con su propia sombra, habrá hecho algo real para el mundo. Habrá logrado asumir al menos una parte infinitesimal de los gigantescos problemas no resueltos de nuestro tiempo.”


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