Dónde está Dios
Han sido muchos los maestros que han pregonado la existencia
de un solo Dios, el creador, el omnisciente, el uno, pese a ello han surgido
muchas religiones que creen en un dios particular, diferente al de otras
tradiciones espirituales. Al creerse diferentes generan sus dogmas y fanatismos
y con ello la división, la superstición y la guerra en contra de aquellos que
no piensan como ellos o tienen otro Dios.
Muchas guerras ha librado esta humanidad a lo largo de su
historia; la guerra en contra de los infieles. Otra falacia es que la mayoría
de las corrientes religiosas buscan a Dios afuera, no en su interior y piensan
que están separados de Dios o que Dios es un padre castigador y todo lo que le
sucede a esta humanidad son castigos divinos.
Todos los grandes maestros como Krishna, Buda, Jesús, antes
Zoroastro, Rama y otros tantos han pregonada la existencia de ese Dios como un
padre bondadoso, leal y amoroso, principalmente con aquellos que le adoran y se
rinden ante tal grandiosidad. Todos esos maestros han traído los mapas para
retornar a casa. Esa cartografía se encuentra en los libros sagrados que nos
han legado, pero para encontrar su significado hay que leerlos con el corazón,
no con la mente.
Comprender que Dios, su presencia está en nuestro interior y
en todo lo que nos rodea. Hay un cuento Sikh que habla de Guru Nanak, un gran
maestro de la India. Desde niño venía con sabiduría y lo único que deseaba era
servir a Dios. Pese a que en ese país se adoraban a varios dioses y había
luchas constantes entre musulmanes e hinduistas, Guru Nanak pregonó la
existencia de un solo Dios. Pese a que su padre, que era un próspero
comerciante, lo quería convencer de que siguiera su profesión, Nanak se opuso y
desde joven se fue a predicar las enseñanzas que había recibido.
Al final, su padre no tuvo más alternativo que dejarlo libre
y le pidió que se llevara a dos ayudantes; uno era musulmán y el otro
hinduista: El Baba y Mardana. Guru Nanak
empezó su misión ridiculizando las falsas creencias y las demostraciones y
enseñando una vida de absoluta hermandad.
El sacó a la gente de sus sueños supersticiosos y dándoles
el conocimiento de su verdadero ser, de su esencia divina, les abrió la puerta
a una nueva vida en la que el hombre vivía en meditación en un estado de
continua experiencia de paz, dicha y amor, dedicado a su servicio no como al
Dios abstracto y lejano de las religiones sino como a un amigo personal.
En su primer viaje (1507-1515) El Baba y Mardana visitaron
Aimanabad. Allí fueron recibidos por un rico de la casta más alta, Molak Bhago,
e invitados a una fiesta; Nanak comenzó su ministerio rompiendo los prejuicios
de la casta acudiendo a casa de Lalo, un pobre carpintero y sudra, y pasó la
noche en su compañía cantando bhajans al Señor.
Cuando Bhago, a la mañana siguiente, protestó por su
conducta, el Guru le dijo que su pan estaba impregnado de la sangre de los
pobres oprimidos, y dicho y hecho, tomó una hogaza de pan de la casa del rico y
otra de Lalo; partió ambas y de una brotó sangre y de la otra la leche de la
bondad humana.
En otro de sus viajes, llegaron a la Meca, la ciudad santa
de los musulmanes. Allí fue despertado bruscamente de su sueño por un cuidador
de la Kaaba, el edificio sagrado de la Meca. El cuidador fue a informarle a un
sacerdote de este sacrilegio. El sacerdote, irritado, se apresuró a llegar
hasta donde estaba durmiendo el Guru. El sacerdote le increpó: “Levántate,
estúpido necio. Frota tu cara en el suelo y ruega que te perdonen por poner tus
pies hacia la casa de Dios”. El Guru no se movió, sino que tranquilamente le
dijo: - “Mueve mis pies hacia el lugar donde Dios no vive”. El sacerdote,
irritado, le ordenó al cuidador que lo tomara de los pies y lo moviera hacia
otra dirección. El portero obedeció pero cuando lo movía, la Kaaba también se
movía. El sacerdote quedó atónito. Vio que la casa de Dios estaba en todas direcciones,
tal como se le dijo Nanak. Es verdad, Dios no está en los templos solamente o
en el cielo, está en el interior de cada hombre y en todo lo que le rodea.
El Guru se levantó y miró al sacerdote con ojos llenos de
compasión y le dijo: - “No olvides lo que has visto. Todo el espacio no es más
que el lugar donde mora Dios.”
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