El purgatorio, el Paraíso terrenal VIII
Prócoro Hernández Oropeza
Cuando llegó el momento de despedida, Virgilio, al llegar al
escalón más alto el purgatorio le dice a Dante:
- Has visto hijo mío, el fuego temporal y el eterno; y has llegado a un
lugar donde por mí mismo no puedo ver más (Se refiere al paraíso terrenal). Ahí
le coloca sobre tu cabeza la corona y la mirra. Es de gran significado el
simbolismo de la corona, lo que significa que ha redimido la mayor parte de sus
errores, toda la legión de egos, ha sanado su alma humana y espera el encuentro
con Beatriz, su alma espiritual. (Canto XXII).
Esto significa que Dante ha liberado su alma de todos los
demonios internos o lo que en la tradición cristiana se denominan los siete pecados
capitales, los múltiples egos o agregados psicológico que habían corrompido su
alma y controlaban sus pensamientos, emociones y sus acciones. Se han borrado
las 7 Ps que un ángel había puesto en su frente cuando ingresó al purgatorio,
los mismos que le había puesto otro ángel en el inframundo.
El Paraíso Terrenal
En la cima del Monte Purgatorio se encuentra el Paraíso
Terrenal o el Jardín del Edén. Alegóricamente, representa la inocencia que
existía antes de que Adán y Eva o la raza Adámica perdieran la Gracia de Dios –
el estado que el ascenso de Dante al purgatorio ha estado recuperando. Recordemos
que cuando en el Antiguo testamento se dice que Adán y Eva fueron corridos del
paraíso, en realidad era una raza, la tercera raza que ha habitado este planeta
conocida como la raza lemúrica, de la antigua Lemuria.
Dante divide su Paraíso se divide en "cielos", que
son nueve y se basan en la cosmología aristotélico-tomístico, correspondiendo
los primeros siete a cada uno de los planetas del sistema solar. Es de notar
que, pese a su distribución, el lugar de residencia efectivo de las almas es el
Empíreo, a las cuales la gracia divina concedió distribuyó en los cielos
inferiores para manifestarse al poeta según su experiencia terrena y sus
inclinaciones. La disposición de las almas en el Paraíso se explica en el canto
IV (y en parte también en el canto III), mientras que la correspondencia con
las jerarquías angelicales se hace en el canto XXVIII.
Empíreo se aplica al cielo, entendido como conjunto de esferas
concéntricas a la Tierra en las que se movían los astros (según los antiguos) o
como lugar en el que los santos, los ángeles y los bienaventurados gozan
eternamente de la presencia de Dios (según la teología cristiana). "cielo
empíreo; según el filósofo alejandrino Plotino, el cuerpo de los
bienaventurados en el Empíreo será todo ojo, puro órgano de evidencia"
Del paraíso terrestre, Dante y Beatriz ascienden al paraíso
a través de la esfera de fuego, que separa el mundo contingente del
incorruptible y eterno. Al llegar a la primera esfera del cielo, la luna,
Beatriz le dice a Dante: - Eleva el pensamiento agradecido a Dios, que nos ha
unido en la primera estrella, la luna.
Primer cielo (Luna)
El primer cielo es el de la Luna, que en el medioevo se
consideraba un planeta, y cuya principal característica es la falta de
constancia. Corresponde a los espíritus débiles. En esta esfera se encuentran
las almas de quienes incumplieron sus propios votos, aunque no por su voluntad
sino obligados por otros. Estas almas aparecen al autor como imágenes
reflejadas en vidrios transparentes y tersos, o en aguas nítidas y tranquilas.
Las inteligencias angélicas que mueven este cielo son los ángeles, que
pertenecen a la tercera jerarquía de los ángeles.
Al respecto, Beatriz le explica a Dante: - Esas que ves
(almas) son verdaderas sustancias que se encuentran aquí (en la luna) por haber
faltado a un voto. Incumplieron en su vida sus ofrecimientos o promesas, este
planeta, que hoy es considerado un satélite, simboliza, con sus crecientes y
menguantes, la inconsistencia. (canto III). En el Canto IV Beatriz le indica a
Dante que todas estas almas embellecen el primer círculo y gozan de una vida
diferentemente feliz, según sientan más o menos el Espíritu. Lo cual significa
que esta parte o esfera del cielo, las almas aún deben seguir purificando sus
errores, antes de llegar al treceavo Aeón, esto es ingresar en el seno del
Eterno Padre Cósmico Común cuyo nombre hebraico es Aelohim. Aelohim es el
Omnimisericordioso, el Eterno Padre Cósmico Común, el Espacio Abstracto
Absoluto.
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