El Paraíso, La divina Comedia V, Saturno y estrellas fijas
Prócoro Hernández Oropeza
Séptimo cielo (Saturno)
Al arribar al séptimo cielo, Saturno, Beatriz le dice a
Dante: -Hemos subido al último esplendor, que el pecho del león ardiente (bajo la constelación del león), irradia ahora a la tierra mezclado con su virtud.
Luego le pide que fije su mente donde haya puesto los ojos y haga de estos un espejo a la figura que se le aparecerá. Luego vio una escalera de color en el que se refleja un rayo de
sol y tanto se elevaba que sus ojos no la podían seguir. Por ella descendió
tanta luz que pensó que todas las luces del cielo se habrían difundido ahí; esa
luz correspondía a Pedro degli Onesti, fundador del monasterio de Porto, cerca
de Roma. Entre otras cuestiones este Pedro le hace una crítica a los pastores
modernos, que dice, quieren que los apoyen de un lado y otro y – tan pesados
están- que hasta por detrás les tengan cola. Cubren con sus mantos
los palafrenes (un tipo de caballo manso que solían montar las damas y las señoras
como en los torneos o justas o en las cacerías), de suerte que bajo una misma
piel marchan dos bestias.
Luego Dante vio muchas luces bajar y estas giraban de grada
en grada y aumentaban su belleza a cada giro, hasta llegar a Pedro degli y esas
lucen dieron un grito tan fuerte que nada podía comparárseles. Beatriz le
indica a Dante: - ¿No sabes que estás en el cielo? ¿Y no sabes que el cielo es
todo santo, y lo que en él se hace procede de buen cielo?
El séptimo es el cielo de Saturno, que se caracteriza por la
meditación. En esta esfera se encuentran de hecho quienes en vida se
consagraron a las actividades contemplativas. Aparecen como resplandores que
suben y bajan los escalones de una «escala celeste» luminosa, intensamente
dorada, tan alta que su cumbre se pierde. Se trata de una alegoría de la
sabiduría.
La cuestión filosófica y teológica afrontada es:
1.
La insondabilidad de la voluntad divina.
Las inteligencias motrices de este cielo pertenecen a la
primera jerarquía, y son los tronos.
Los beatos de este cielo son san Pedro Damián, san Benito de
Nursia, san Macario, san Romualdo y algunos miembros de la Orden de San Benito.
Octavo cielo (estrellas fijas)
Luego se encontró con San Benito, fundador de la orden de
los benedictinos. Éste le dice que su deseo de verlo en imagen descubierta se
cumplirá en la última esfera, donde todo ahí es perfecto, maduro e íntegro.
Luego Beatriz y Dante lo fueron siguiendo y así llegaron al octavo cielo, el
cielo de las estrellas fijas.
Aquí Beatriz le dice a Dante que está tan cerca de la última
salud, de Dios, por lo que le pidió mantuviera los ojos claros y penetrantes y
antes de que penetre más en ella, le pidió que volviera a mirar hacia abajo y
tuvo una gran visión. Dice que pasó los ojos por las siete esferas y vio
nuestro globo o planeta. Los siete planetas se le mostraron en su grandeza, su
velocidad y la distancia a la que están colocados.
El octavo es el cielo de las estrellas fijas. En esta esfera
el autor no encuentra beatos, sino las almas triunfantes, que aparecen como
innumerables luces iluminadas por el resplandor de Cristo y de María, en torno
a la cual gira cantando el arcángel Gabriel.
En esta esfera, Dante debe afrontar un "examen"
sobre las tres virtudes teologales. En efecto, tras una oración de Beatriz:
1. San Pedro
lo interroga sobre la fe ,su contenido y origen, así como pruebas de su verdad. Aquí
se le presenta a Dante San Pedro, el que posee las llaves de la Iglesia y le
pregunta acerca de la fe.
Dante le responde: - “La fe es la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve; esta me parece ser su esencia. Luego
Pedro le vuelve a inquirir: - esta preciosa joya en la que se funda toda
virtud, ¿de dónde viene? Dante le contesta: - La abundante lluvia del Espíritu
Santo, que difundida está en los viejos y en los nuevos pergaminos, es el
silogismo que me la ha demostrado tan agudamente que comparada con ella
cualquier otra demostración me parece obtusa.
2. Santiago
el Mayor hace otro tanto con la esperanza, inquiriendo específicamente sobre
sus características, su origen, y su objeto;
3. San Juan,
en fin, interroga a Dante sobre la caridad, insistiendo sobre su objeto, y las
razones que lo originan y dirigen.
Las inteligencias motrices de este cielo son los querubines,
que pertenecen a la primera jerarquía angelical. En este cielo el autor
encuentra a Cristo, María con el arcángel Gabriel, san Pedro, Santiago el
Mayor, Juan el Evangelista y Adán. (Paraíso: Canto Vigésimo tercer, Paraíso:
Canto Vigésimo cuarto, Paraíso: Canto Vigésimo quinto, Canto Vigésimo sexto y
Paraíso: Canto Vigésimo séptimo).
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