El paraíso, La divina Comedia IV, Sol y Marte



Prócoro Hernández Oropeza
Cuarto cielo (Sol)
Al arribar al cuarto cielo, 8el Sol), Beatriz le dice a Dante agradezca al sol de los ángeles porque lo han elevado por su gracia a este cielo. Ahí vio numerosos fulgores vivos y victoriosos, más dulces en la voz que brillantes a la vista, que hicieron una corona; es decir hicieron un círculo alrededor de Beatriz y Dante. Después y cantando, esos ardientes soles dieron tres vueltas en torno a ellos. uno de esos soles le habló a Dante y le nombró algunos nombres de ellos. ese que se dirigió a Dante era Tomas de Aquino. En este cielo, ya beatos, se encuentran santo Tomás, Alberto Magno, Francesco Graziano, Pietro Lombardo, el rey Salomón, Dionisio Areopagita, Paulo Orosio, Boecio, Isidoro de Sevilla, Beda, Ricardo de San Víctor, Siger de Brabant, san Buenaventura, Illuminato da Rieti, san Agustín, Hugo de San Víctor, Pietro Mangiadore, Juan XXI, Nathan, Juan Crisóstomo, Anselmo de Canterbury, Elio Donato, Rabano Mauro y Joaquín de Fiore.
El cuarto cielo es el del Sol, que se caracteriza por la sabiduría. Los beatos de este cielo son las almas de los sabios y de los Doctores de la Iglesia, las cuales aparecen dispuestas en coronas concéntricas de gran esplendor, y danzan alrededor cantando. Las visiones que tuvo ahí y la charla con esos maestros dejaron mucha alegría en el corazón de Dante. Las inteligencias motrices de este cielo pertenecen a la segunda jerarquía y son las potestades. (Cantos X, XI, XII y XIII)
Quinto cielo (Marte)
El quinto cielo es el de Marte, dios de la guerra. En esta esfera residen las almas de los combatientes muertos por la fe. Aparecen como resplandores rojizos muy intensos que cantan, moviéndose de modo que su organización dispone una cruz griega en cuyo centro brilla Cristo, quien fue el primero en morir para dar fe a la humanidad.
Dante describe así el ascenso a este cielo: - Bien me di cuenta que me había elevado más, por el ígneo centelleo de la estrella, que me pareció más rojo que de costumbre. Con todo el corazón y con aquella habla que es común a todos, me rendí a dios holocausto cual convenía a la nueva gracia. En una cruz resplandecía Cristo, de tal manera que me era imposible encontrar una comparación digna; pero quien toma su cruz y sigue a Cristo, me excusará desde luego esta omisión, viendo en aquel albor centellear a Cristo.
Las inteligencias motrices de este cielo son las virtudes, que pertenecen a la segunda jerarquía de los ángeles. El protagonista encuentra en esta esfera, en cuanto beatos, a las almas de Josué, Judas Macabeo, Carlomagno, Roldán, Rinoardo, Godofredo de Bouillón y Roberto Guiscardo.
Sexto cielo (Júpiter)
El sexto cielo corresponde a Júpiter, cuya virtud característica es la justicia. El cielo es de hecho la sede de las almas de los príncipes sabios y justos. Se presentan ante Dante como luces que vuelan y cantan, formando letras luminosas que componen la frase «Diligite iustitiam qui iudicatis terram» (es decir "Amen la justicia, ustedes que juzgan el mundo"). A continuación, a partir de la "m" que cierra la expresión original (que es asimismo la primera de la palabra "monarquía"), componen asimismo la silueta de un águila, que es una alegoría explícita del Imperio.
Las cuestiones filosóficas y teológicas abordadas en esta esfera son las siguientes:
1.            La inescrutabilidad de la justicia divina. Por qué son condenados aquellos que no conocieron a Cristo.
2.            La predestinación divina.
También este cielo se mueve por las inteligencias angélicas de la segunda jerarquía de los ángeles, es decir por las dominaciones. En el canto XIX Beatriz recita este canto: - Mis cantos son para ti, que no lo entiendes, como el Juicio eterno para los mortales. Nunca subió a este reino quien no creyó en Cristo o antes o después de ser clavado en el leño. Pero mira: ¡muchos gritan “! ¡Cristo, Cristo” !, y estarán menos cerca de él en el juicio que algunos que no lo conocieron y a tales cristianos condenará el etíope cuando se separen de los reinos, uno rico y el otro pobre por toda la eternidad.
Se encuentran, en cuanto beatos, las almas del rey David, Trajano, Ezequías, Constantino I, Guillermo II de Sicilia y Rifeo. (Canto Decimoctavo, Paraíso: Canto Decimonoveno y Paraíso: Canto Vigésimo.)


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