El purgatorio, la lujuria, VII



Prócoro Hernández Oropeza
Subiendo a la séptima terraza, Dante se pregunta cómo es posible para almas incorpóreas tener el aspecto descarnado de las almas siendo privadas de comida aquí. En el Canto XXV Dante explica cómo se ven las almas que están en esta sexta esfera, la de la gula. – “toda esta gente que canta llorando, por haberse entregado a la gula sin medida, se santifica por la sed y el hambre. El aroma que se exhala de la fruta y el agua que difunde su rocío sobre ese follaje (Alude a un árbol), aumentan el deseo de comer y beber”, pero no pueden alcanzar esos frutos. Todas esas almas tenían los ojos oscuros y hundidos, las caras pálidas y tan consumidas que la piel seguía la forma de los huesos.
Séptima Grada (La Lujuria)
En el Canto XXV Virgilio, Dante, y Estacio arriban a la séptima terraza, la terraza de la lujuria que tiene una inmensa pared de llamas a través del cual todos deben pasar. Almas arrepintiéndose del deseo sexual mal dirigido se ejecutan a través de las llamas gritando ejemplos de la lujuria y de la castidad y la fidelidad marital. Como una oración, cantan el himno Dios de la Suprema Clemencia, de la Liturgia de las Horas (Cantos XXV y XXVI).
A esta grada, Dante le llama la de la tortura. Allí la ladera del monte lanza llamas hacia afuera, mientras la orilla sopla un viento hacia arriba que rechaza las llamas y deja desembarazado el camino, por esta razón convenía marchar por el lado libre uno a uno, con gran temor, pues de un lado le amenazaba el fuego y del otro, el peligro de despeñarse. Virgilio le dice que por ese sitio se debe tener los ojos bien frenados, porque se puede por poco errar y dar un mal paso. Y es que la lujuria es un yo muy peligroso. Si uno no está en plena atención, ese ego nos provoca y nos hace caer en la tentación en ese deseo pasional y caemos.
En el trayecto se encontraron con dos grupos de almas que estaban redimiendo su error lujurioso. Dice que vio por todas partes cómo esas sombras se encontraban y se besaban unas a otras sin detenerse. Tan pronto como terminó la amistosa acogida, y antes de reanudar la marcha, las recién llegadas empezaron a gritar con todas sus fuerzas: “Sodoma y Gomorra”; y las otras: “Pasifae entra en la vaca para que el toro corra a su lujuria”, haciendo alusión a este acto pecaminoso de la lujuria.
Al terminar el día un ángel de Dios se les apareció y cantaba esta canción: “Bienaventurados los limpios de corazón! Les indicó que no se seguía adelante si antes no es mordido por el fuego. Esto significa que sólo el fuego puede eliminar los deseos pasionales, las semillas, raíces y sombras del ego de la lujuria. Dante tenía miedo entrar al fuego, por lo que su maestro le indicó: - Hijo mío, aquí puede existir tormento, pero no muerte. ¡Acuérdate! ¡Acuérdate, y si yo sobre Gerión te llevé a salvo, ¿qué no haré ahora que estamos más cerca de Dios? (Gerión (monstruo símbolo del fraude o engaño, que plaga el mundo, cruza las montañas y supera los muros defensivos y las armas de los hombres con su aguzada cola). Tenlo por cierto, si estuviese dentro de esta llama mil años, no perderías ni uno sólo de tus cabellos, y si por acaso crees que te engaño, acércate a él y compruébalo con la borda de tu ropa.  Para animarlo, le recuerda que entre este muro y él está Beatriz, la gran Madre, la bendita Madre.
Al entrar a las llamas, Dante sintió tan desmesurado calor, pero la dulce voz de su padre le hablaba de Beatriz, una voz que cantaba los guiaba y escucharon una voz: “Venid, Benditos de mi padre”, (Mateo 25:34). (Canto XXII)
Llegó el momento de despedida y Virgilio, al llegar al escalón más alto el purgatorio le dice:  - Has visto hijo mío, el fuego temporal y el eterno; y has llegado a un lugar donde por mí mismo no puedo ver más (Se refiere al paraíso terrenal). Te he traído hasta aquí con ingenio y con arte; ahora ten por guía tu placer; fuera estás de los caminos difíciles y de las angosturas. Mira el sol que reduce en tu frente; (en su frente se han borrado las siete Ps que un ángel, al ingresar al purgatorio le había impreso); mira la hierba, las flores y los arbustos que este suelo produce por sí solo… ni esperes mis palabras, ni mi gesto; tu arbitrio es libre, recto, sano y sería un error no obrar según su principio, y por ello pongo sobre tu cabeza la corona y la mira. Es de gran significado el simbolismo de la corona, lo que significa que ha redimido sus errores, toda la legión de egos, ha sanado su alma humana y espera el encuentro con Beatriz, su alma espiritual.  (Continuará).


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