El purgatorio, la Divina Comedia III
Prócoro Hernández Oropeza
Caminando desde un sueño, Dante se da cuenta que había sido
llevado a la puerta correcta del purgatorio. Esta puerta tiene tres caminos:
Blanco pulido (reflejando la pecaminosidad del verdadero yo del penitente),
Negro (el color del luto, con grietas en forma de Cruz), y Roja (simbolizando
la sangre de Cristo y la restauración de la vida plena o verdadera) (Canto IX)
La puerta estaba custodiada por un ángel que usa la hoja de
su espada para escribir la letra "p" (significando peccatum, pecado)
siete veces en la frente de Dante, ordenándole "Haz que lave, cuando esté
dentro, estas llagas." El ángel usa dos llaves, de plata (remordimiento) y
de oro (reconciliación) para abrir la puerta, siendo ambas necesarias.
Recordemos que otro guardián también le grabó la letra P en la frente y
conforme fue bajando los círculos infernales se le fueron borrando.
Alegóricamente el Purgatorio representa el camino que el
hombre debe tomar cuando, conocidos los vicios y males que de ellos derivan,
quiere volver a la virtud en la que reside el bien. La forman tres partes: el
Antipurgatorio, el Purgatorio propiamente dicho y el Paraíso Terrestre. En
cuanto al Purgatorio propiamente dicho, son siete los círculos (circuitos o
cornisas) que comprende. En ellos se purgan los siete pecados capitales:
soberbia, envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria.
Las siete gradas del Purgatorio
Desde la puerta del Purgatorio, Virgilio continúa guiando a Dante
a través de las siete terrazas. El núcleo de la clasificación se basa en el
amor, con las primeras tres terrazas del purgatorio en relación con el amor
pervertido dirigido a los daños reales de los demás. La terraza de la cuarta se
refiere al amor deficiente (es decir, la pereza o acedia), mientras que las
últimas tres terrazas se relacionan con el amor excesivo o desordenado de las
cosas buenas.
Cada terraza purga un pecado en particular de manera
adecuada (aquellos en el purgatorio pueden dejar voluntariamente su círculo,
pero solo lo hará cuando se haya corregido el defecto dentro de sí mismos que
llevaron a cometer el pecado). La estructura de la descripción poética de estas
terrazas es más sistemática que la del Infierno, y se asocia cada terraza con
una oración apropiada, una bienaventuranza, y los ejemplos históricos y
mitológicos del pecado mortal pertinentes y de su virtud opuesta.
Primera Grada (La Soberbia)
Las tres primeras terrazas del Purgatorio están relacionadas
con pecados causados por un mal amor que de alguna forma llega a herir a la
persona amada. El primero de estos es el Orgullo. En la terraza hay almas
orgullosas purgando sus culpas, Dante y Virgilio ven hermosas esculturas
expresando humildad, la virtud opuesta. El primer ejemplo es la Anunciación de
la Virgen María, donde ella responde al ángel Gabriel con las palabras Ecce
ancilla Dei ("He aquí la esclava del Señor," Lucas 1:3816). Un
ejemplo de humildad de la historia clásica es cuando el emperador Trajano, de
acuerdo con una leyenda medieval, en una ocasión paró su jornada para hacer
justicia a una pobre viuda (Canto X).
El ego del orgullo posee múltiples matices que van desde la
vanidad, soberbia, el extravagante, caprichoso, amor propio, mitómano, opresor,
extravagante, delirio de grandeza, hipócrita, acomplejado, déspota, por citar
algunos. Sócrates decía al respecto: El orgullo
divide a los hombres, la humildad los une.”
Soberbia es el orgullo de nosotros mismos que nos inclina a
considerarnos y preferirnos sobre los demás, sostenía Samael Aun Weor. La
construcción de la Torre de Babel fue para Dante un ejemplo de orgullo.
“Dije a los orgullosos: No os jactéis;
y a los impíos: No alcéis la frente;
no levantéis en alto vuestra frente;
no habléis con orgullo insolente.
Porque ni del oriente ni del occidente,
y a los impíos: No alcéis la frente;
no levantéis en alto vuestra frente;
no habléis con orgullo insolente.
Porque ni del oriente ni del occidente,
ni del
desierto viene el enaltecimiento;
sino que Dios es el juez;
a uno humilla y a otro ensalza.”
sino que Dios es el juez;
a uno humilla y a otro ensalza.”
Bíblia
sagrada – Salmos 75 (4-7)
La virtud es su opuesto: “La humildad tiene dos polos: lo
verdadero y lo bello.” Víctor Hugo.
“La virtud opuesta al orgullo es la humildad, que nos hace
reconocer que todo lo que tenemos lo hemos recibido de Dios y que realmente no
somos dueños de nada de lo que poseemos.” Samael Aun Weor-
Humildad es la virtud que le permite a un ser humano
reconocerse como alguien igual a los demás, con virtudes y limitaciones, y
obrar de acuerdo a este conocimiento. El hombre reconoce que de sí mismo solo
tiene la nada y el ego. Es un don de Dios de quien todos dependemos y a quien
se debe toda la gloria.
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