Los avernos internos VIII, Los herejes



Prócoro Hernández Oropeza
Al salir del V círculo infernal, el de los iracundos y pereza, Dante y Virgilio descienden al 6º círculo, el de los herejes. Virgilio le dice a su
alumno que este es el más bajo y el más oscuro y lejano del cielo que todo lo mueve, pero le dice que se tranquilice. Esa laguna que tanto hedor exhala, ciñe a toda la ciudad doliente, a la que no se puede entrar sin violencia. Luego divisó Dante una alta torre de ardiente cumbre de donde, de improviso aparecieron tres furias infernales.
He mencionado en otras entregas que esos demonios o furias son nuestros propios egos, esos que viven en el infra consciente y pueden aparecer como grandes monstruos o demonios. Esas tres furias que, en esta obra La divina comedia, Virgilio le informa que son las feroces Erinias: la de la izquierda se llama Megera, la segunda Alecto, la que llora a la derecha y la de en medio es Tisifone. Son las diosas de la venganza y personifican el remordimiento por un delito cumplido que perseguía al criminal.
En la tradición cristiana, en la pasión de Jesús también aparecen las tres furias del demonio: Judas, la furia del deseo, el que vende al Cristo por 30 monedas; Caifás, el demonio de la mala voluntad, usa todos los recursos para desprestigiar a Jesús ante Poncio Pilatos. Pilatos es el demonio de la mente, no sabe qué hacer ante la acusación de los judíos y aunque no tiene elementos para juzgar a Jesús, se lava las manos sometiendo su destino al pueblo, a los egos. Esas tres furias están en nuestra psique. Estas tres furias infernales están tintas de sangre, que mostraban miembros y actitudes femeninos, ceñidos de hidras verdosas, sierpes y cerastas formaban sus cabelleras. Estas se rasgaban los pechos con las unas, se golpeaban con las manos y gritaban con tanta fuerza.
Antes, en el canto anterior, Virgilio le había anunciado la llegado de un personaje que venía del limbo dispuesto a ayudarles a abrir una puerta que les permitiría seguir adelante. Cuando este ser iba llegando, Dante describe: - Como las ranas al ver la serpiente enemiga se dispersan por el agua, para reunirse todas en tierra, así vio más de mil almas condenadas que huían de alguien que atravesaba la estigia a pie descalzo. Ese era el mensajero del cielo que venía en su auxilio. En estas travesías en nuestra luna oscura, el alma, en el infra consciente siempre habrá obstáculos, pero existe ayuda de ángeles, arcángeles y otros seres celestiales.
Este enviado del cielo les dice a estos expulsados del cielo: - “! Oh, gente malvada, ¿De dónde viene esta insolencia que tanto les complace? ¿Por qué se oponen a la voluntad que siempre ha de conseguir sus propósitos y que más de una vez ha aumentado sus dolores? ¿De qué les sirve resistir a los decretos divinos?
Después de abrir la puerta ese enviado se alejó. Dante aprovechó para preguntar qué gentes son las que, sepultadas en estas arcas, dejan oír tan dolientes suspiros.
Virgilio le respondió: - Son los heresiarcas, con sus secuaces de todas las sectas, y son muchos más de los que tú crees que llenan los sepulcros. Cada uno está sepultado con su semejante, y las cajas están más o menos calientes. Están en el sexto círculo, dentro de los muros de la ciudad de Dite. Aquí son castigados los herejes (entre los cuales los epicúreos, que negaron la supervivencia del alma) en sepulcros en llamas: la idea probablemente está tomada de la pena a la cual estaban castigados los herejes en los tribunales terrenales, es decir la hoguera, en cuanto el fuego era considerado símbolo de purificación y correspondía a la luz que ellos pretendían expandir con sus doctrinas. En el Infierno los seguidores de cada secta están juntos, en contraste a la discordia y a la división que en cambio llevaron en la Iglesia, mientras que el sepulcro alude a la negación de la inmortalidad del alma (aunque no todas las herejías la negaban).
En todas las tradiciones místicas y religiosas se han formado multitud congregaciones que han renegado de Dios, del alma y por supuesto de nuestra naturaleza divina. Todas las filosofías materialistas que niegan a Dios, o han renegado de su existencia, aquí vendrán a purificar su alma también. Esos pensamientos de duda, esos egos heresiarcas que cuestionan a Dios está en lo profundo de nuestra psique y afloran cuando viene la duda.




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