Los avernos internos VII, Ira y Pereza



Prócoro Hernández Oropeza

En el canto VII Dante y Virgilio llegan al quinto círculo, el de los iracundos y perezosos. Ahí los recibe Flegias, hijo de Ares y de Chyrse, rey de los lapitas. Flegias incendió el templo de Apolo en Delfos porque ese dios sedujo a su hija. Flegias es el barquero que transporta las almas en la laguna muerta de Estigia; Flegias es también la alegoría de la ira. Flegias, lleno de ira transportó a Virgilio y a Dante y se dirigieron a la ciudad de Dite, que está poblada de innumerables condenados debido a sus egos de ira y pereza. Al llegar a la orilla Dante vio a más de mil demonios llovidos del cielo que gritaban furiosamente, alegando que Dante no tenía por qué estar ahí, pues no había muerto. Su maestro los calma, no obstante, le pidieron a Virgilio que abandonara a Dante para ver si él solo podía seguir adelante o retroceder.
Como para continuar tenían que atravesar una puerta hermética, esos demonios le dijeron a Virgilio:
- “Ven tú solo, y que vaya quien tan osadamente entró en este reino. Vuélvase sólo por el camino tan locamente recorrido, y pruebe si sabe volver; porque tú, que lo has guiado por esta región tenebrosa, quedarás aquí.”
Virgilio le dijo que no temiera, nadie puede cerrarles el paso que les ha dado Dios. De esta maravillosa manera Dante y Virgilio dan fe de que quienes han iniciado un trabajo de auto realización, no obstante, los múltiples obstáculos siempre hay ayuda del Ser divino. Le señaló también que ya venía ayuda divina del primer círculo.
En este círculo están las almas que han cometido ira y pereza, otras dos legiones egoicas que tanto asolan a la humanidad. En esa laguna llamada Estigia moran los iracundos y los perezosos; los primeros mantienen su espíritu rabioso golpeándose unos a otros por toda la eternidad, mientras que los segundos, poco dados a la acción en vida, permanecen bajo el fango privados de aire y palabra. Los primeros, inmersos y los segundos, sumergidos en el pantano del Estigia. Los primeros estuvieron inmersos en el fango de su propia rabia, y ahora se golpean y se injurian eternamente, mientras los segundos gastaron su vida en la inmovilidad del espíritu, y por eso están hundidos, privados de aire y palabra, así como en vida se privaron de las obras.
Aquí Dante ve gente desnuda inmersa en el pantano, tomadas por la furia que hace que se peguen entre sí con todo el cuerpo: manos, pies, cabeza y dientes. Virgilio clarifica de inmediato que se trata de "las almas de aquellos a quienes venció la ira". Pero también bajo el agua está lleno de condenados, los perezosos o "iracondi amari", los cuales criaron en su interior la propia rabia y ahora hacen rehervir el pantano con sus tristes pensamientos.
Algunos críticos sostienen que en el pantano se encuentran también otros pecadores que no encuentran castigo en otro lado, como los soberbios y los envidiosos.
La ira es una legión que tiene sometida a la humanidad. Cuánta violencia, ira, rencor odio, guerras se estilan en diversos lados, a tal punto que la sociedad vive una nueva barbarie. La violencia es el tema principal de los medios de comunicación, se le honra en el cine, televisión y en los nuevos medios electrónicos. Tiene tanta publicidad que se está viendo como una cosa “normal”. Decía Sivananda: “La ira es una puerta o canal a través del cual emergen la crueldad, rudeza, daño, dolor, venganza, violencia, guerras y destrucción.”
La ira estropea el cerebro, el sistema nervioso y la sangre. Cuando una ola de ira surge en la mente, el Prana comienza a vibrar rápidamente. Te sientes agitado y excitado. La sangre se vuelve caliente y muchos ingredientes venenosos se forman en ella. Cuando la sangre se agita, el semen también es afectado. (Swami Sivananda). Mucho se habla de ira, poco de su polo contrario, la paciencia, la paz interior. Mientras no hay paz interior en el ser humano el ego de la ira nos puede llevar a la destrucción personal o total.
En cuanto a la pereza es otra cabeza de legión y tiene, como los demás defectos, muchos hijos o caras y es muy conocida por todos los seres humanos. Cuántas veces al día  nos escuchamos y oímos a los demás hablar sobre ella, cuando decimos: hoy tengo pereza de levantarme, no iré al trabajo, me reportaré enfermo; o no iré a la escuela; suena el timbre del teléfono y nos molestamos porque no queremos levantarnos a contestar o bien no ayudamos a los demás por causa de este defecto, somos impuntuales, ociosos, desordenados, inconstantes, desperdiciamos el tiempo, dormimos mucho, pedimos dinero prestado por no querer trabajar, no queremos estudiar, dejamos para mañana lo que se puede hacer hoy, somos pesimistas, pensamos que todo sale mal y no luchamos, nos aburrimos fácilmente, somos negligentes, hacemos las cosas de mala manera, no desempeñamos las labores correctamente y con amabilidad, no hacemos ejercicio, nos  abandonamos a sí mismo, somos  apáticos, indiferentes, no realizamos las prácticas esotéricas o el trabajo psicológico por pereza, etc. etc. La diligencia es la virtud cardinal con la que se combate la pereza. La diligencia procede del latín "Deligere" que significa Amar, pero en un concepto más vago que de su similar latín "Amare" que es más general. Virtud que nos lleva a la acción desde el Ser. Acción consciente cuando actuamos. La diligencia, en sentido más alto, es el esmero y el cuidado en ejecutar algo.

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