Los avernos internos: malos consejeros, sembradores de discordia y falsificadores XIII



Prócoro Hernández Oropeza

Luego de que Dante y Virgilio salen de la fosa de las serpientes, fosa de los ladrones, arriban a la fosa ocho, la de los consejeros fraudulentos. (Canto XXV). En ese nivel infernal Dante vio a multitud de reptiles que correteaban a gentes sin esperanza de refugio, además llevaban las manos atadas a la espalda con serpientes y por delante les clavaban la cola y la cabeza en los riñones. Recuerden, estamos ya en el Octavo círculo infernal, que a su vez tiene 10 fosas, el de los fraudulentos con sus diversos gradientes.

Octava fosa
En este hoyo octavo se castigan a los malos consejeros o consejeros fraudulentos. El castigo es que están convertidos en llamas, continuamente prendidos en fuego. La lengua de fuego es la imagen de la lengua con la que pecaron, dando consejos engañosos, y de hecho también tienen dificultad para hablar, como se observa en el diálogo entre Dante y Ulises y luego entre Dante y Guido da Montefeltro. Se castigan a: -Ulises y Diomedes por el engaño del caballo de madera de Troya. -Guido de Montefeltro, por ofrecer sus consejos engañosos, este tiene dificultad para hablar en su dialogo con Dante. (Canto Vigésimo séptimo). Aquí opera este adagio: Hablar cuando hay que hablar, callar cuando hay que callar. Otro adagio también previene: Cuida lo que sale de tu boca porque lo que sale de ella afecta al universo y este ya no será el mismo ni antes ni después.

Como he dicho, estos egos están en nuestra psique y debemos observar cuando otorgamos consejos que no benefician a la persona a la que se los damos o lo hacemos con una pretensión engañosa.

Novena fosa
En el hoyo noveno se castiga a los sembradores de la discordia o la maldad, que pueden ser sembradores de la discordia religiosa, que es responsable de los cismas religiosos, políticos, responsable de las guerras civiles, o más generalmente entre los hombres y las familias. Ellos están mutilados por un demonio que vuelve a abrir sus heridas tan pronto como se cierran, enfatizando con la separación de sus órganos las perennes divisiones que causaron en la humanidad.
Dante describe como vio a Alí, hijo de Mahoma, iba sollozando, herido del rostro desde la barbilla hasta lo alto de la cabeza. Ahí se encuentra un diablo que los raja tan cruelmente, al tajo de su espada, que a cada vuelta que dan al doloroso círculo.

Hoy día proliferan muchos sembradores de discordia en el mundo. Donald Trump con su discurso anti racial está generando mucho odio y discriminación. Un presidente que no acepta críticas por sus errores y piensa que todos los que lo atacan lo hacen porque son conservadores o reaccionarios; de estos hay muchos ejemplos en el país y en el planeta. Y nosotros tal vez usamos inconsciente o conscientemente este discurso cuando generamos división entre los amigos, la familia o en el trabajo. Canto Vigésimo noveno.

Décima fosa
En la última zanja del octavo círculo se castiga a los falsificadores, a los que en vida falsificaron cosas, personas, dinero o palabras. Están sufriendo de enfermedades horribles que les deforman: los falsificadores de las cosas tienen lepra, los de persona rabia, los de monedas, hidropesía y los de palabra, fiebre. Estas enfermedades los desfiguran, así como en vida ellos desfiguraron la realidad.
Cuando Dante y su guía, Virgilio llegaron a esta fosa, ahí vio los sufrimientos desgarradores que vivían estas almas. Entes que no podían sostener sus cuerpos, llenos de costras desde la cabeza hasta los pies y se rascaban con las uñas a causa de la rabia que les producía el picor.

En esta fosa son castigados charlatanes y falsarios o falsificadores que en vida falsificaron cosas, personas, dinero o palabras. Están sufriendo de enfermedades horribles que les deforman: los falsificadores de las cosas tienen lepra: Los que toman el nombre de otra persona o su aspecto, su castigo es ir persiguiéndose a mordiscos o rabia. Los monederos falsos (falsificadores de dinero), de castigo estaban atacados de hidropesía y padecían una sed inextinguible. Los calumniadores (los que acusan falsamente, para causar daño), el castigo es ser devorados por la fiebre. Estas enfermedades los desfiguran, así como en vida ellos desfiguraron la realidad. Canto XXIX y XXX.

Esos falsarios que describe Dante, como lo he dicho antes, están también en nuestra psique. Cuántas veces, consciente o inconscientemente no hemos cometido alguno de eso delitos, sino en obra, sí pensamiento o palabra, pero ahí está el deseo o la intención de esos egos falsarios. El de la calumnia posiblemente hemos hecho uso de este ego y con ello dañado la reputación de alguien, aunque sólo sea como broma o juego. (Continuará)

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