Los avernos internos
Prócoro Hernández Oropeza
Recuerdo de pequeño una imagen que estaba pegada detrás de
la puerta de una casa. Era el infierno; en medio de espantosas llamas varias
almas envueltas en fuego y sufrimiento. Esa imagen del infierno y los diablos
me causó pavor en ese tiempo. ¿Qué es el infierno? Se nos ha dicho, sobre todo
en la religión, en todas las tradiciones religiosas se habla de esos mundos
infernales, el infierno, hades, tritocosmos, el averno, que ahí van a purgar
condena aquellas almas que no se han portado bien en esta existencia.
El Averno era el nombre antiguo que se le daba, tanto por
griegos como por romanos, a un cráter cerca de Cumas, Campania. De acuerdo a la
Mitología romana era la entrada al inframundo. Posteriormente, la palabra pasó
a ser simplemente un nombre alternativo para este. Jesús dice acerca del
infierno: “Si lo que ves con tu ojo te hace desobedecer a Dios, mejor sácatelo.
Es mejor que entres al reino de Dios con un solo ojo, que tener los dos ojos y
ser echado al infierno, donde hay gusanos que nunca mueren, y donde el fuego
nunca se apaga” (MARCOS 9:47, 48). En otra ocasión, habló de un período de
juicio durante el cual les diría a los malvados: “Apártense de mí, malditos,
vayan al fuego que no se apaga, preparado para el diablo y sus ángeles”. Y
luego explicó que estos irían “al castigo eterno” (MATEO 25:41, 46).
En las diferentes tradiciones se habla de ese inframundo,
que se afirma está debajo de la tierra, aunque esas mismas tradiciones aducen
que esos mundos infernales están dentro de cada uno de nosotros y lo
manifestamos cuando estamos en grande ira, en la infrasexualidad, avaricia,
gula a montones.
Dante Alighiere, Florencia, Italia 1265, escribió una
maravillosa obra, la Divina Comedia, donde narra sus experiencias internas en
los círculos infernales. La obra se compone de tres secciones: el infierno, el
purgatorio y el cielo. con respecto al infierno lo divide en nueve círculos, el
purgatorio en siete y el paraíso en nueve esferas que giran como los planetas
alrededor del sol.
El personaje central es el mismo Dante que en sueños se ve
perdido en una salva oscura donde se le aparecen tres animales: primero una
pantera rápida y ágil de piel manchada, luego un león que avanzaba hacia Dante con
cabeza en alto y con hambre tan rabiosa; por último, una loba que, en extremo
demacrada, parecía henchida de todos los deseos y con mucho horror que salía de
sus ojos. En este pasaje, Dante describe cómo se enfrenta a sus propios
demonios o yoes. La pantera simboliza la lujuria, que en el animal se
manifiesta en ligereza, agilidad y elegancia. El león significa la ambición o
envidia y también la violencia. La loba significaría la avaricia en el más
sentido pleno de la palabra, la codicia desenfrenada que no repara en nada para
conseguir sus fines.
En ese ambiente, rodeado de estos animales, Dante parece
desfallecer, cuando se le aparece una figura conocida, es Virgilio, el poeta de
Mantua. Nació en Audes, cerca de Mantua, el año 70 a. de C. Virgilio le explicó
que fue enviado por una hermosa mujer, Beatriz, que al ver el peligro en que se
encuentra Dante lo manda a auxiliarle. Y así es como Virgilio o el maestro como
le llama Dante lo conduce a través de los nueve círculos y entran por el camino
profundo y salvaje.
Al ingresar por la puerta que conduce al averno Dante vio
estas palabras, escritas con oscuros colores:
“Por mí se va a la ciudad doliente, (el primer círculo o
llamado el limbo), por mí se va al eterno dolor, por mí se va con la perdida
gente. La justicia movió a mi supremo autor, me hizo divina potestad, la suma,
la sabiduría y el amor primero, antes de mí no hubo nada creado, con excepción
de los seres eternos, y yo duro eternamente. Dejen toda esperanza los que
entran”.
En este primer círculo Dante describe que allí resonaban, a
través del aire sin estrellas, suspiros, llantos y profundos lamentos que
hicieron brotar lágrimas en sus ojos. Lenguas diversas, horribles blasfemas,
palabras de dolor, acentos de ira, voces altas y roncas y chocar de manos,
producían un tumulto que giraba en aquel espacio eternamente oscuro como la
arena por el turbión. El maestro le explica a Dante que en esta miserable vida
habitan las tristes almas de quienes vivieron sin merecer ni infamia ni
alabanza. Estas almas se mesclan con un coro de ángeles que no fueron ni rebeldes
ni fieles a Dios, sino que sólo pensaban en ellos. son almas y ángeles que
pasaron su existencia desapercibidos, como gente del montón, en la
intrascendencia, en la auto importancia o en la baja estima.
Dante pregunta qué es lo que los atormenta para lamentarse
con tan grandes gritos. El maestro le informa que el mundo no tiene nada qué
decir de ellos; los desdeña tanto la justicia como la misericordia. Aquí están los neutrales, los cobardes, los pusilánimes; los que no obran n por el bien ni por el mal. Luego se
dirigieron a la orilla de un río; ahí estaba Caronte. (Continuará).
.
Comentarios