Los avernos internos IV



Prócoro Hernández Oropeza
Un dato que es importante señalar es que al ingresar a la puerta del infierno el guardián lo coloco 7 P en la frente. Estas pes significan los siete pecados capitales: Lujuria,, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Antes del círculo de la soberbia se encuentra el Limbo. Aquí empiezan a descender al mundo sin luz, el primer círculo que rodea el abismo.
En el Canto IV Dante habla de este círculo donde se encuentran las almas de aquellos que no pecaron, que no le bastaron sus méritos que pudieran haber contraído en vida para pasar a otros reinos. Algunas almas no se bautizaron; otros nacieron antes del cristianismo y otros más no adoraron debidamente a Dios y Virgilio se encontraba entre esos seres. Virgilio le dice a Dante que por tal defecto y por culpa alguna están ahí condenados. Su pena consiste en vivir en el deseo, pero sin esperanza.

Dante le inquiere a su maestro si algunas almas han podido salir de aquí por méritos propios o por los de otros y alcanzar la bienaventuranza. Virgilio le responde que él era nuevo cuando vio llegar a un señor poderoso, coronado por la señal de la victoria. Entonces sacó de ahí el alma del primer padre, la de Abel y su hijo, la de Noé y la de Moisés; Abraham el patriarca y al rey David, Israel con su padre y sus hijos y a muchos otros sacó y les otorgó la bienaventuranza.

En la Biblia se dice que cuando Jesús se fue 40 días a meditar logró ver esas almas en esa región del tritocosmos o averno, quienes clamaban auxilio, motivo por el cuál Jesús decidió enfrentar su destino, aún a sabiendas que sería detenido y muerto. En el Sábado Santo, en la tradición cristiana, se dice que Jesús “Descendió a los Infiernos donde permanecían las almas de todos los muertos. En aquel lugar estaban todos los santos y justos que perecieron antes de la muerte de Jesucristo y no tenían cómo llegar al cielo: los patriarcas, los profetas, los reyes, San José, entre otros.

Al referirse a las almas que aquí moran en el limbo, Virgilio indica a Dante que la digna fama que aún se conserva de ellos en el mundo que vive les proporciona esta gracia en el cielo, que así los distingue. Ahí pudo ver Dante al poeta griego Homero, Horacio, Ovidio, Lucano, entre otros. 

De aquí, Dante y Virgilio pasaron al segundo círculo donde reina la oscuridad total. Es el círculo de los pasionarios o lujuriosos. Es un espacio estrecho que encierra mucho dolor y se escuchan agudos gritos. El que controla este espacio es Minos, quien rechinando los dientes examina las culpas de quienes entran, los juzga expresa su sentencia con su cola y de acuerdo a ellas son arrojadas al círculo que les corresponde a los lujuriosos En este segundo círculo del Infierno se encuentran aquellos que han pecado de lujuria. Dante condena a estos "malefactores carnales"​ por dejar que sus apetitos sobrepasaran su razón. Ellos son los primeros en ser verdaderamente castigados en el Infierno. Estas almas están condenadas a ser impelidas por un fuerte viento que las embiste contra suelo y paredes, las agita y las hace chocar entre ellas sin descanso, de la misma forma que en vida se dejaron llevar por los vientos de la pasión.

En este círculo, Dante encuentra a Semíramis, Dido, Cleopatra, Helena, Aquiles, Paris, Tristán, y muchos otros que no controlaron el amor sensual durante su vida. Francesca de Rímini le cuenta a Dante cómo ella y su cuñado Paolo cometieron adulterio, y después murieron de manera violenta, en el nombre del Amor, en las manos de su esposo, Gianciotto Malatesta. Francesca le cuenta a Dante que su acto de adulterio fue inspirado por la historia de Lanzarote y Ginebra.
Al final de este canto, Dante le pregunta a Virgilio si esos tormentos, después de la gran sentencia ¿crecerán, disminuirán o permanecerán igual que ahora? El maestro le contesta: “La ciencia enseña que cuanto más perfecta es la cosa, más sensible es al bien y al dolor. Y aunque esta gente maldita no llegara ya a la verdadera perfección, espera ser más perfecta después del juicio. Pero recordemos, aunque Dante muestra o nombra personas que vivieron esas historias de pasión en la realidad, no es más que una alegoría de sus propios procesos interiores, es decir, de sus propias pasiones de lujuria que debe erradicar de su vida. El ego de la lujuria es uno de los errores que atormenta con gran fuerza a la humanidad.

El yo de la lujuria es uno de los problemas más grandes en la humanidad que nos desenergetizan, nos quitan, nos roban nuestra vitalidad, y por eso no existe la posibilidad de acordarnos, de recordar que hay otra forma, otra vía, la de la luz.  De las siete legiones de Egos, el de la lujuria y la ira, son los más temibles y tienen a la humanidad rendida a sus pies y poseen miles de manifestaciones, desde las más sutiles hasta las más terribles, absurdas y desastrosas para la humanidad. El yo bígamo, el adulador, el fornicador, el galán, el Casanova, el don Juan,  el abusador, el violador, el adúltero, el infiel de pensamiento, palabra y obra, el celoso, el vouyerista, el coqueto, el yo incitador, etc…









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