Los ladrones de la energía
Prócoro Hernández Oropeza
Cuando alguien se molesta o se enoja o siente pesar,
tristeza su energía es densa y baja. Cuando no sabemos controlar nuestra mente,
los pensamientos, nuestra vida parece un péndulo: se mueve del dolor a la
alegría, del sufrimiento a la felicidad, del amor al anti amor. Entonces no
tenemos control de nuestra mente. En ella, en la psique, habitan miles de
ladrones que se están alimentando de nuestra energía.
Los tibetanos lo saben perfectamente y han delineado
algunas premisas o lo que llaman los 10 ladrones de tu energía.
1.
Deja ir a personas que sólo llegan para
compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los
demás. Si alguien busca un bote para echar su basura, procura que no sea en tu
mente. Somos tan propensos a caer en esos momentos aberrantes, muchas veces sin
darnos cuenta, simplemente nos dejamos llevar por lo egos del otro. Imagina que
llega tu amiga X y te empieza a contar una historia de alguien cercano, empieza a hablar
mal de él y sin darnos cuenta empezamos también a buscarle defectos, a
enjuiciar y hasta a despreciar. En otras ocasiones nos reunimos con personas
que sólo se la pasan criticando a otros en pláticas sarcásticas y altisonantes.
Es mejor cortar ese tipo de amistades que no ayudan en el crecimiento personal.
2.
Paga tus cuentas a tiempo. Al mismo tiempo cobra
a quién te debe o elige dejarlo ir, si ya es imposible cobrarle. Cuántas veces
postergamos el pago de una deuda. En ocasiones esa mente te dice: - Que se
espere, al fin que luego le pago. Posponemos pagos muchas veces atemorizados
por ese ladrón que te mete miedo y te pide que no lo hagas porque puede ocurrir
algo y no vas a tener dinero para lo que se ofrezca. Es obvio que esta postergación
no te dejará en paz. Internamente surgen voces que te muestran lo incorrecto de
tu decisión, las consecuencias que vas a sufrir. O nos desgastamos tratando de
cobrar una deuda que sabes es impagable; eso roba mucha energía, coraje,
resentimiento. Es mejor dejarla ir y perdonar.
3.
Cumple tus promesas. Si no has cumplido,
pregúntate por qué tienes resistencia. Siempre tienes derecho a cambiar de
opinión, a disculparte, a compensar, a re-negociar y a ofrecer otra alternativa
hacia una promesa no cumplida; aunque no como costumbre. La forma más fácil de
evitar el no cumplir con algo que no quieres hacer, es decir NO desde el
principio. Muchas ocasiones comprometemos nuestra palabra por el temor o la
pena de decir No. Aunque sabes que esa promesa es difícil cumplir, el ego del
orgullo te obliga a aceptarlo, sin mediar las consecuencias.
4.
Elimina en lo posible y delega aquellas tareas
que no prefieres hacer y dedica tu tiempo a hacer las que sí disfrutas.
Recuerdo que cuando dirigía una empresa intenté ir un mes a estudiar un curso
de inglés en Canadá, se hizo el pago y todo estaba dispuesto para irme, pero
algo me detuvo. Un ego de los celos o la desconfianza lo impidieron. Pensaba
que era demasiado tiempo dejar a la empresa, a los empleados sin mi presencia.
Estaba totalmente enajenado con el trabajo a tal grado que hasta en los días de
descanso iba a la empresa a ver si estaban trabajando o si algo se les ofrecía.
5.
Date permiso para descansar si estás en un
momento que lo necesitas, date permiso para actuar si estás en un momento de
oportunidad. Tiene relación con el punto anterior. El trabajo era tan
absorbente que también la pensaba dos veces para pedir mis vacaciones o
descansar cuando realmente el cuerpo lo pedía. La parte motriz y la parte
intelectual de esta máquina mía me tenían atrapado en sus redes.
6.
Tira, levanta y organiza, nada te toma más
energía que un espacio desordenado y lleno de cosas del pasado que ya no
necesitas. Tenemos muchos apegos, a los recuerdos, a los objetos, a las
personas, pero principalmente a cuestiones que sólo se convierten en un estorbo
y desordenan nuestros espacios. Coleccionamos fotografías, discos, libros,
ropa, zapatos, algunos incluso autos, relojes finos y todo cuanto nos liga con
algún motivo emocional. Los apegos nos generan mucho sufrimiento, sobre todo
cuando perdemos algo que era muy cercano o estimado por nosotros, puede ser
desde un esposa o esposo, el fallecimiento de un ser querido, dinero, riqueza,
fama. Todo esto genera sufrimiento y por tanto pérdida de nuestra energía.
7.
Da prioridad a tu salud, con la maquinaria de tu
cuerpo trabajando al máximo, no puedes hacer mucho. Tómate algunos descansos.
Si tus actividades físicas o laborales afectan tu salud, hay que cambiar de
trabajo. Cuando decidí dejar la dirección de la empresa que dirigí, lo hice
porque mi salud se estaba deteriorando, trabajando hasta doce o 15 horas
diarias, entonces tomé la decisión de renunciar. Es obvio que otro ladrón me
asoló durante varios días, unos dos meses. Era el miedo. Esa mente me
cuestionaba mucho: ¿Qué vas a hacer? A tu edad ya no hay trabajo, ¿De qué vas a
vivir? Fueron dos meses tensionantes, hasta que solté esos pensamientos y tomé
la decisión. Y aquí sigo vivo, con salud, alegría, vitalidad y trabajando en lo
que me gusta hacer y sin tanta presión o tensiones, sólo disfrutando la vida.
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