Los niveles hacia la luz y la oscuridad



Prócoro Hernández Oropeza
Así como existen niveles hacia la luz en la maravillosa escalera de la progresión espiritual, también existen niveles hacia la oscuridad. La humanidad se mueve en estas dos direcciones, pero desafortunadamente la mayoría, o permanece en un solo escalón o bien va descendiendo hacia el mundo de la oscuridad, del dolor, el sufrimiento, el desamor.
Caminar hacia la luz es cuando se emprende un viaje de progresión espiritual, cuando se toma conciencia de quién realmente se es y por tanto se empieza a tomar conciencia, se despierta del sueño profundo en el que ha vivido. Busca el conocimiento profundo que le indica los mapas para continuar su camino hacia la luz, el despertar espiritual, encuentra su maestro y se deja guiar.
Caminar hacia lo oscuridad también tiene sus etapas. La oscuridad es ir en sentido contrario, no guiado por las virtudes, ni por el amor, sino por sus defectos psicológicos, por actos equivocados, por una mente totalmente domesticada por el ego animal. Una primera fase es el cínico. Estas personas tienen tendencia al egocentrismo, facilidad para fingir o engañar, son desconfiadas, dicen lo que piensan sin vergüenza y sobre todo mienten con facilidad. Se mantienen en el error, no le dan importancia: lo justifica, total es solo una vez, no es para tanto, todo el mundo lo hace... En general, piensa que es buena persona. Sobre todo, en este espacio el ego le provoca cierto placer hacer sentir mal a otro a través de la palabra, la ofensa e inicia el proceso hacia la crueldad. En un nivel más profundo, el cínico planifica la ira para hacer mayor daño.
El canalla, más abajo en el mundo de la oscuridad, actúa deliberadamente en el mal y por el mal. No está interesado en las consecuencias de sus actos y en cómo afecta a los demás. Actúa y personifica premeditadamente al ego. Todo lo hace en para su propio beneficio, manipula, tergiversa, miente. No le importan los demás, sólo intenta conseguir lo que quiere a cualquier precio. En un nivel más profundo comienza la patología: no considerar al otro como un ser sintiente, pensante, con voluntad, con derechos. Lo hiere y hasta le puede quitar la vida. Un asaltante que arrebata la vida a un ser por unas monedas, ya no conoce la piedad. En este mundo sansárico del Kaliyuga, la edad de hierro, cada vez se observa cómo personas que están en este nivel violan, secuestran y asesinan sin piedad, hasta por unas cuantas monedas, por un celular; otros por encargo de sus líderes mafiosos; otros motivados por su religión, esos fanáticos que creen que su muerte y sus actos suicidas están guiados y bendecidos por su Dios.
Estos canallas están aflorando desafortunadamente en este periodo. Las noticias están saturadas de tantos muertos, asesinatos, descuartizamientos; muertes cada vez más despiadados que realizan los hijos del diablo. Ya no se tientan el corazón para cegar una o más vidas. Psicóticos que toman un arma y disparan a mansalva contra quien se le ponga enfrente, sea en escuelas o en el transporte público. Malvados que secuestran a una persona, piden su rescate, lo reciben y en vez de entregar viva a la víctima, lo asesinan. Son seres desalmados, tan alejados de la luz, del amor. 
En el tercer nivel de la oscuridad están propiamente los diablos o demonios, aquellos que diseñan el mal, favoreciendo la guerra, la violencia, la droga, la pedofilia, guiando el odio y la injusticia. Han elegido al ego:  han despertado para el mal y lo defienden. Es patología completa: paranoia más poder (capacidad de influenciar en los demás, convencer, liderar...) son aquellos que controlan las mafias de la droga, prostitución, las migraciones, los que crean la guerra, quienes controlan el flujo de dinero a nivel mundial y dictan las políticas financieras a nivel global. Son las logias negras que controlan alimentos, medicinas, las armas, la política, el crecimiento demográfico. También diseñan y controlan las películas, la información para fomentar el odio, la lujuria, la violencia, la vanidad, el orgullo, la gula, avaricia y envidia. Si desea ver una película que esté exenta de violencia o lujuria, en Netflix, por ejemplo, de 100, difícilmente encontrará dos cuando mucho. En los cines pasa lo mismo y quienes producen estos nuevos mitos del olimpo, se justifican diciendo que es lo que pide la gente. Estos son los escalones que las logias negras nos están ofreciendo: ir hacia la oscuridad.


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