Los maestros vivos
Prócoro Hernández Oropeza
Uno de los últimos maestros auto realizados o, podría
decirse, iluminados o con gran sabiduría es el Dalai Lama. Este como otros
grandes maestros ya vienen desde pequeños con la sabiduría latente en su
interior. Para los tibetanos, la encarnación o reencarnación es posible y lo
convierten en realidad. No es sólo una creencia. Cuando muere el lama mayor,
los dirigentes budistas saben que pronto nacerá y se eligen a quienes deben
descubrir al nuevo Lama. Basados en las ideas de la reencarnación y el valor de
la mente humana como fuente de todas las cosas, los budistas saben que los
seres que completan el viaje con éxito son los llamados Bodhisattvas. Dentro de
ellos destacan los tulkus, quienes han trascendido la influencia del karma y
controlan el tiempo y lugar de sus futuros nacimientos. Dalái lama sería una de
estas criaturas luminosas.
Entre los tibetanos, no sólo el Dalai Lama reencarna,
también lo hacen muchos monjes que durante su vida han logrado su realización
espiritual y retornan a voluntad para continuar con su labor en este planeta.
Estos son los Tulkus y en otras tradiciones espiritual que han reconectado con
la luz, con los maestros de otras dimensiones, aseguran que empezarán a nacer
tulkus en estas tradiciones, diferentes al budismo.
Para los budistas del Tíbet, Dalái Lama este ser
supremamente iluminado que logra manejar su dinámica eterna en el universo. Por
tanto, no sólo muere, sino que practica la muerte y el renacimiento de manera
consciente. En el momento de morir, hay una transferencia de la conciencia
hacia una de las formas de Buda y la reencarnación siguiente sería a propia
elección, esto es, elige el cuerpo en el cual renacerá.
Jesús mismo. Como otros grandes maestros también venía
despierto y los maestros que querían educarle no podía competir con la
sabiduría de ese pequeño y por lo mismo renunciaban. Así el Dalai Lama, la
búsqueda del niño que lo representará una vez muere el cuerpo del anterior es
responsabilidad de los altos lamas del Tíbet y del gobierno de esta región. Es
un proceso que puede tomar varios años, usualmente dos o tres, aunque el último
demoró cuatro.
Para comenzar el proceso, los dirigentes tibetanos consultan
un oráculo. El budismo tibetano es de las últimas tradiciones que aún conservan
la práctica de oráculos, lo que antes era muy común en otras tradiciones como
las griegas, romanas, hindúes e inclusive en la América precolombina. Estos
oráculos son videntes que ofrece los nortes sobre el posible infante a elegir,
pero también pueden tener sueños o visiones que complementen esa información.
Con frecuencia, se van a meditar al Lhamo LaTso, lago sagrado del Tíbet, y
esperan por una visión que les indique dónde deben buscar. Y es que, según la
leyenda, allí habita un espíritu femenino guardián del lago que le prometió al
primer Dalái Lama proteger el linaje de la reencarnación.
Así que cuando el viejo dalái lama fallece y su cuerpo es
cremado, los líderes tibetanos observan hacia dónde se dirige el humo, pues
creen que es una señal de quién será el próximo reencarnado. Una vez que se
realizan todos estos rituales, se escoge al niño hacia el que conduzcan las
señales y se le aplican algunas pruebas secretas para asegurarse de que es el
verdadero renacido.
El actual Dalái Lama nació el 6 de Julio de 1935 en el seno
de una familia tibetana dedicada a la agricultura. Nació en una pequeña aldea
en Taktser, en la provincia de Amdo. Se le dio el nombre de Lhamo Thondup que
literalmente significa «deidad que satisface todos los deseos». Taktser, (el
tigre que ruge) era una pequeña aldea situada en una colina dominando un gran
valle. Debido a la inestabilidad del clima en esta zona, hacía mucho tiempo que
no había asentamientos y la tierra no se cultivaba de forma regular, solo los
nómadas llevaban sus animales a estos pastos. En su autobiografía, Su Santidad
dice: «Durante mi infancia, mi familia era una de las veinte familias que
vivían precariamente de la tierra en Taktser». Se afirma que el Dalai desde
pequeño insistía a su padre que quería ir al monasterio, era tal su insistencia
que cuando tuvieron contacto con un monje le informaron de este pequeño. Como
ya lo andaban buscando, lo llevaron con el grupo que había sido designado para
su encuentro.
El niño es sometido a una prueba la cual consistía en
presentarle un conjunto de artículos para que elija cuáles de ellos
pertenecieron al Dalái Lama anterior. Cuando pasa todas las pruebas, el niño se
confirma con ritos y figuras religiosas, y se le informa al gobierno central
del Tíbet. Tanto el pequeño como su familia son llevados a estudiar la línea
budista para que este reaprenda el conocimiento acumulado en vidas previas y se
prepare para el liderazgo espiritual de su pueblo. Y el Dalai Lama, a sus más
de 80 años sigue siendo un gran líder espiritual, reconocido en todo el mundo,
a pesar de que vive en el exilio y su pueblo ha sido ocupado por los chinos. Es
un ejemplo de entrega y servicio a su comunidad y a su filosofía.
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