El vacío iluminador
Prócoro Hernández Oropeza
“Alcanza la total
vacuidad para conservar la paz. De la aparición bulliciosa de todas las cosas,
contempla su retorno. Todos los seres crecen agitadamente, pero luego, cada uno
vuelve a su raíz”. Tao te King
La impermanencia y el vacío o vacuidad son dos conceptos
fundamentales del budismo que tratan de explicar nuestra existencia en este
mundo. En la entrega anterior Buda nos decía que “Todo lo que aparece como
existente es impermanente, no es eterno, ni continuo”. Por tanto, el mundo es
irreal. Irreal, no porque sea algo así como una ilusión óptica, o que las cosas
no existan fuera de nuestra mente. Irreal porque creemos que lo que se
manifiesta es permanente, o más precisamente, por el deseo de que lo sea. Todo
cambia con el tiempo, nosotros mismos no somos el mismo ayer que hoy. Nos hemos
creado una imagen y por más que queramos vernos de una forma, esta es diferente
y cambia constantemente. Si vemos una fotografía de hace un año a como nos
vemos ahora veremos que hay cambios, aunque sean leves. Si la comparamos con la
de hace diez años, esos cambios son más perceptibles. Eso se puede observar en todas las cosas que
vemos a nuestro alrededor.
Con respecto al vacío, el budismo dice: El vacío no es la
nada, el vacío es la vida libre en su movimiento. Sin la interpretación de la
mente, de esa mente controlada por los yoes, esos egos que comparan, juzgan,
critican, desean. El vacío y la
existencia se complementan entre sí, se abrazan, se incluyen, jamás se
excluyen, jamás se niegan. El vacío no se define, se siente. La esencia de la
vida se siente, no se piensa (no se racionaliza o conceptualiza), y cuando se
capta se comprende su naturaleza de vacío.
Cuando la mente se libera de esas impurezas causadas por el
yo, surge la mente filosófica, la mente pura y con elevados ideales no
egoístas, no afectada por el miedo o el deseo. La Mente Pura es el famoso vacío
del Zen. Todo pensamiento surge y regresa al vacío en el mismo instante. Pero
esto solo puede ocurrir si la mente no es acosada por la aflicción. Sin liberar
la mente de la aflicción, codicia, odio, ignorancia, arrogancia, duda,
resentimientos, clasificación de pensamientos, la persona común no podrá
progresar.
Para el zen vaciarse significa darse cuenta de que realmente
no se tiene nada y que nunca se ha tenido nada. Nada que ganar y nada que
perder, nada que dar y nada que recibir; ser exactamente así de pobre y sin
embargo ser rico en posibilidades inagotables.
Es bella esta apreciación, ser pobre y sin embargo ser rico
en posibilidades inagotables. Pobreza no se refiere al aspecto material, sino
libre de deseos y apetencias. Cuando se llega a un estado así, la vida fluye
libremente y la riqueza en felicidad, amor, virtudes es inagotable.
La mente pura es de naturaleza femenina y está hecha para
recibir, asimilar y comprender; la mente es receptiva, quieta, silenciosa, como
un océano profundo y tranquilo. Para llegar a este estado la mente debe
cultivarse continuamente, si no, no habrá progreso. El cultivo no es una
actividad exterior, sino que es la erradicación de los impedimentos de la mente,
que exige un fuerte trabajo interior. Si la Mente es Ku (vacío), esta mente no
alberga nada en ella. Este es el “gran secreto” del budismo y de todas las
tradiciones espirituales.
Una vez liberada de
creencias erradas y emociones afligidas,
la esencia de la
mente pura es la vacuidad,
la naturaleza de la
mente pura es la claridad,
y la manifestación
de la mente pura es la compasión.
―Kyabye Tashi Norbu
Rimpoché
La razón de que permanezcamos en la prisión del Samsara es
que seguimos cometiendo acciones contaminadas inducidas por nuestras
perturbaciones mentales, que surgen de la ignorancia del aferramiento propio. Esta
ignorancia es la causa de todos nuestros problemas y engaños y la única manera
de eliminarla es realizando la vacuidad. La mente tiene que estar absolutamente
libre de todo prejuicio, idea, comparación o duda. Liberarse de las creencias
es la verdadera purificación de la mente. Y cuando se hace surge el vacío
mental a través del cual la Luz puede atravesar. La mente de luz clara
fundamental innata, se manifiesta cuando todos los otros niveles más groseros
de conciencia cesan. El Dalái Lama dice que está vacía de todo eso.
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