Los maestros y su impacto en nuestra psique
Reflexiones cotidianas
Los maestros y su impacto en nuestra psique
Prócoro Hernández Oropeza
Nuestra vida la hemos compartido con diversos
maestros, unos más claros, otros difusos, unos más amorosos, otros más
iracundos o duros. Estas dos polaridades son las que quedan grabado en nuestra
memoria. En primaria recuerdo cuando menos a tres. Uno que se enamoró de una
maestra y, aunque a mi corta edad, en tercer año de primaria, intuía de lo que
se trataba, puesto que a mí me convirtió en su celestino; me pedía que le
llevara un recado a la maestra y al mismo tiempo ella me entregaba otro para
él.
Otro maestro de quinto año, muy amable, atento y cariñoso, a él lo
recuerdo con una sonrisa siempre y un gesto amoroso en su semblante. Otro, de
sexto año, era simpático y excelente, pero tenía un pero, no le agradaba lo
religioso. Como era normal que, saliendo de clases, cerca de la escuela estaba
la iglesia del pueblo y las religiosas nos invitaban a sus charlas religiosas y
a prepararnos para la primera comunión. Este maestro no le agradaba eso y decía
que la religión no era buena para nuestra educación. Las monjas fueron
enteradas por alguien de su animosidad y nos inculcaron un poco de odio contra
ese mentor, a tal punto que cuando pasaba en su bocho le gritaban comunista,
palabra que desconocíamos por completo.
Otra maestra, en lo que antes se llamaba párvulo, cuando alguien
no le hacía caso le aventaba el borrador o tenía una larga vara de carrizo y
con ella nos pegaba si no poníamos atención. En otra ocasión, cuando estaba en
primero, era recreo y afuera, en el patio estaba una maestra con un grupo de estudiantes
ensayando una danza para un festival. Yo miraba desde la ventana cómo danzaban.
La maestra me vio y se dirigió de inmediato a mi salón, llevaba una vara en la
mano y me dijo con voz mandona: -Qué haces aquí, debes estar ensayando, anda
sal del salón e intégrate con los demás. Salí corriendo, antes de que me diera
un varazo. Yo nunca había sido convidado a esa danza, total, me integro y le
pregunto cuál es mi papel en esa danza. Y me dijo que yo tenía el honor de
echarle aire al rey. Ese era mi insignificante papel, el del Rey ya estaba
ocupado y yo sólo era un simple criado. Total, que al final me dijeron cómo
tenía que vestirme el día del evento. Mi madre tenía que hacerme un taparrabo,
como los que usaban los antiguos indígenas, un penacho con plumas y además de
un palo largo con una rueda con plumas para servir de ventilador al susodicho
rey.
En la secundaria recuerdo a un maestro de Geografía que faltaba
mucho a clases, al final lo corrieron y casi al concluir el ciclo escolar, nos
enviaron otro profe, del cual no aprendimos nada y nos reprobó a casi a todos.
Fue mi única materia reprobada en la secundaria. En extraordinaria la pasé con
diez. En la preparatoria recuerdo a la maestra de Historia; me encantaban sus
clases porque se veía que sabía su materia y la narraba tan bien que a todos
nos tenía concentrados en la forma que contaba el desarrollo de las guerras macedónicas, las luchas
entre el pueblo de Macedonia y la república romana, por ejemplo.
En la universidad, recuerdo a mi profesor de psicología,
él casi nunca iba, mandaba a su asistente y cuando iba no le entendíamos.
Cuando nos aplica el examen reprobamos la mayoría. Descontentos por esa
desatención, pedimos que el examen extraordinario nos lo aplicara otro maestro,
pero el día del examen fue a recoger nuestros exámenes sin nuestro
consentimiento, total que al final él nos calificó y logré sacar un MB, muy
bien o sea diez. Era un buen maestro y recuerdo de él un libro de mucha calidad
titulado El hombre teatral. En el describe que cada uno de nosotros somos
personajes que actuamos diferentes roles y nos ponemos máscaras para cada uno
de ellos. el rol de alumno, de hijo, padre, oficinista, periodista, amigo y en
cada uno de ellos actuamos con papeles diferentes. Cuando lo leí, sentí
admiración por su sabiduría.
Así que en nuestra vida ha habido muchos maestros
que nos han influenciado de diferentes maneras. Más tarde, con el paso de los años,
en mi caso, he encontrado nuevos y valiosos maestros, unos físicamente, otros a
través de sus obras, de sus novelas, cuentos, historias y sus dramas
personales. Maestros internos, que son los que nos hacen recordar nuestra
verdadera naturaleza, nuestro origen y nos otorgan los mapas para retornar a
casa. A esos maestros los valoro y les doy gracias y quiero seguir aprendiendo
de ellos. Me refiero a Buda, Krisna, Rama, Jesús, Osiris, Isis, Hermes
Trismegisto, Quetzalcóatl y a mi maestro interior y a tanto otros,
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