El quinto elemento, éter
Prócoro Hernández Oropeza
Cuando observamos el cielo durante el día y no hay nubes que
lo empañen sólo se observa un azul profundo, ilimitado, como si sólo fuera un
espacio vacío. Por la noche lo vemos colmado de luces, estrellas, galaxias,
constelaciones o lo poco que alcanzan a ver nuestros limitados ojos. Es posible
que algunos se pregunten ¿qué existe más allá de ese azul profundo, de lo que
se le conoce como el éter?
En nuestro entorno, nuestro planeta. sabemos de la
existencia de cinco elementos: Agua, tierra, fuego, aire y éter. Los primeros
cuatro elementos los conocemos muy bien; tierra es donde vivimos, caminamos, la
que nos alimenta; agua es un vital líquido que l mezclarse con nuestro cuerpo y
con la tierra produce vida; el aire es otro elemento vital sin el cual no
habría vida. Es lo primero que hacemos cuando salimos de vientre de nuestra madre:
Respiramos la energía vital o prana. Pero qué sabemos del éter. Este es llamado
el quinto elemento y se considera que es la fuente que fluye constantemente
desde las profundidades del universo uniendo al hombre con la creación.
Realmente nuestro cuerpo contiene los cinco elementos. En la
tradición hindú, entre los yoguis se afirma que el elemento tierra es el que
gobierna el primer chakra. Los chakras son puntos o centro de energía que se
ubican a lo largo de nuestra columna, desde el coxis hasta la coronilla. Cada
chakra tiene influencia en los órganos que le circundad. El primero está en el
coxis y corresponde al elemento tierra; el segundo en los órganos creadores y
su correspondiente es el elemento agua; cuarto chakra se ubica en el plexo
solar y su elemento es fuego; cuarto en el corazón y su elemento es aire y el
quinto está en la garganta, su elemento es éter. El sexto en el entrecejo y el
séptimo en la coronilla y aunque no se corresponden con ningún elemento son muy
importantes para el desarrollo espiritual; todos lo son, pero estos tienen
correspondencia con dos glándulas muy importantes, la glándula pituitaria y la
pineal.
Entonces, qué es el elemento éter. Aunque su centro es el
quinto chakra, la garganta, otro órgano creador que se corresponde con el
verbo, el lenguaje, también se encuentra en los espacios huecos del cuerpo
humano, incluido el centro de la columna espinal, las venas, las arterias, los
nervios, los órganos internos y las distintas cavidades corporales, representan
el elemento éter.
El éter es una substancia extremadamente ligera que ocupa
todos los espacios vacíos como un fluido. En las Ciencias Ocultas, el éter
atrae y favorece el pensamiento mágico y todo lo relacionado con la
espiritualidad y el misticismo. Para algunos alquimistas el éter era la quinta
esencia o quinto nivel de vibración. Según Aristóteles el éter es una
substancia divina e indestructible, su espacio natural son los cielos, donde se
forman las estrellas y otros cuerpos celestiales. Éter es la energía de la que
somos hechos con la que estamos conectados.
El Éter es el quinto y más sutil de los cinco elementos – tierra,
aire, fuego, agua y éter. Es el espacio sutil o etérico, plasma fluido que
llena el universo, interno y externo. Esotéricamente, la mente, el estrato
superconsciente que sostiene todo lo que existe potencialmente o realmente,
donde todas las transacciones son grabadas.
El concepto de éter se encuentra relacionado con el concepto de la
mecánica cuántica, ámbito a partir del cual se crea toda la materia, y en el
que toda la materia se resuelve. También se afirma que es el akash, akasha,
éter que es paradójico: existe y sin embargo no existe. Es la fuente de todos
los demás elementos, el depósito de la energía creativa del universo, pero no
interactúa con los demás elementos.
En la mitología griega, Éter o Aether (en griego antiguo,
‘quemar’) era uno de los Protogonos, la personificación del ‘cielo superior’,
el espacio y el paraíso. Es el aire alto, puro y brillante que respiran los
dioses, en contraposición al oscuro (‘aire’) de la Tierra que respiraban los
mortales.
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