Los misterios del hombre
Prócoro Hernández Oropeza
Cada día, cada hora, cada minuto es un misterio. En síntesis,
la vida es un misterio mayor. No sabemos la certeza del mañana, sólo la
imaginamos, la planeamos, luego la vivimos y la experimentamos. No todo lo que
imaginamos fue acertado, algunas partes cambiaron, otras fueron novedosas; unas
gratas otras con hiel en la boca. Así es la vida, un misterio que debemos vivir
cada día sin expectativas, sólo fluir con los ritmos del universo.
Muchos no estarán de acuerdo con esta tesis. Dirán que todo
debe ser planeado, cada instante, cada día. Si y no, si nos atenemos a los
guiones o patrones nuestra vida será insignificante, rutinaria, mecánica. Si
mañana debo ir al trabajo o a realizar cualquier actividad, lo podremos hacer
sin prisa, sin agobios, angustias o con distracción, esto significa estar con
la conciencia plena en cada instante, sin olvidarnos quiénes somos, cuál es
nuestro propósito o misión en esta vida. Y si no lo ha definido, debe hacerlo
de inmediato.
Dicen los sabios que este universo parece estar regido por
un orden espléndido y una armonía increíble. Grande o pequeño, todo está
incluido en algún tipo de movimiento, siguiendo un patrón regular o periódico
que indica la existencia de un ritmo. Cada movimiento del universo depende de
ciertas leyes que tratamos de explicar con fórmulas matemáticas. El ritmo es
una expresión del movimiento mediante números, mediante el lenguaje de los
números.
Los ritmos que aparecen en los movimientos existenciales del
universo son como sonidos armoniosos producidos al golpear instrumentos
musicales en ciertos intervalos. Los electrones giran alrededor del núcleo, la
luna alrededor de la tierra y ésta alrededor del sol. Al igual que los planetas
se han estado moviendo como derviches alrededor del sol durante millones de
años, la Vía Láctea y miles de millones de galaxias, en un universo cuyos
límites no podemos definir, siguen girando constantemente en el espacio en un
reino de éter.
Bajo este contexto, los seres humanos perciben, en la vida
cotidiana, que los movimientos del universo siguen un orden rítmico. Del mismo
modo que una persona viene a este mundo conectada con estos ritmos, también
puede sentir su efecto en todas las etapas de la vida y en su propio cuerpo. El
movimiento circular que se produce con la repetición periódica de minutos,
horas, días, estaciones y años nos influye. El ritmo interior al que
denominamos «biorritmo» se ajusta de acuerdo con el orden exterior, de
manera que hay un ritmo periódico de 24 horas en la vida diaria. A cada
individuo se le ha dado un biorritmo innato, peculiar y distintivo, específico para
la estructura biológica y espiritual de cada persona.
Claro, debemos ser perceptivo de estos ritmos y movimientos
y sintonizarnos con ellos. En este proceso nuestra conciencia debe ser plena,
conectada con todo lo que nos rodea, sea maravillosa u hostil. Cuando
percibimos a esta realidad desde nuestra conciencia, nada nos afecta y
disfrutamos cada momento de nuestra existencia. Sabemos que nada es eterno,
todo tiene un principio y un fin y que nuestro paso por esta existencia es sólo
proceso de aprendizaje, comprensión y realización, tanto material como
espiritual. No pueden ir separados. Si sólo nos atenemos al crecimiento
material habremos desperdiciado nuestra vida inútilmente, engañados por esta
ilusión del mundo material.
Este sendero tiene sus complicaciones, pues habrá pruebas y
como todo guerrero debemos tener la capacidad de sobrellevarlas, trascenderlas
sin apegos, ni sufrimiento, como se describe en el siguiente poema.
El sendero del guerrero
El camino del guerrero, un desafío en cada instante
El viento se escurre por su mirada
En la lejanía canto de jilgueros
La luna se detiene, mira hacia el norte
El lucero de la tarde se pierde en el horizonte
El guerrero camina en la línea delgada de una navaja
Una música ancestral enciende la luz del silencio
Bailan los grillos, cantan las hadas del bosque
Los árboles extienden sus brazos, se alarga la noche
Las ondinas del río bailan, las salamandras se hunden en el
agua
El guerrero cruza senderos de misterios insondables
Un libro le abre los ojos, despierta de un largo sueño
Sueña que es un puma, un ejército de balrogs lo atacan
Llega un tren con soldados, la montaña está muy alta
Debe llegar a la cima, si no hoy, quizá mañana.
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