Reflexiones sobre las piedras



Prócoro Hernández Oropeza
Es posible que todos nos hemos tropezado con una piedra o hemos utilizado una de ellas en algún apuro, sea para golpear algún objeto, para ser usada en una honda o en una resortera o para defendernos de algún demonio. De chico, recuerdo que jugábamos con una resortera o una honda y con ella espantábamos pájaros o la hacíamos de cazadores.
El escritor rumano, Mircea Eliade (Bucarest, Rumania, 9 de marzo 1907 - Chicago, Estados Unidos, 22 de abril 1986) filósofo, historiador de las religiones y novelista rumano estima que no podríamos decir si los hombres adoraron alguna vez las piedras como tales piedras… una roca, un guijarro son objeto de una respetuosa  devoción porque representan o imitan algo, porque vienen de algún sitio.
Es verdad, cuando veo miles de piedras en el malecón, la mayoría con formas caprichosa y bien pulidas, algunas casi redondas, otras que semejan rostro de mujeres o de animales. Siempre me he preguntado desde qué sitió vendrán, qué tan lejos han tenido que rodar para llegar hasta aquí y en su constante ajetreo provocado por la corriente de los ríos se han ido modelando hasta quedar bien pulidas. Posiblemente antes formaron parte de una roca grande, con la lluvia y el viento se rompieron y empezaron su peregrinar hasta llegar al mar.
Por eso dice Mircea Eliade que su valor sagrado se debe exclusivamente a ese algo, o esa alguna parte, nunca a su existencia misma. Los hombres sólo adoraron las piedras en la medida que representaban otra cosa que ellas mismas. Por ejemplo, esos grandes bloques con que las diversas tradiciones antiguas construyeron grandes pirámides como las de Teotihuacán, Ollataytambo, Machu Pichu, Egipto, y en tantas otras regiones del mundo. No se sabe con qué tecnología esas grandes civilizaciones lograron cortar con tal precisión bloques de gran peso y luego las fueron colocando para construir portentosos monumentos que han quedado ahí para asombro de muchos y como grandes libros de historia, religión, ciencia y filosofía para unos pocos. 
Afirma Eliade que nuestros ancestros adoraron las piedras o las usaron como instrumentos de acción espiritual, como medios de energía destinados a su propia defensa o la de sus muertos, pero también a su dioses. De esto existen pruebas como puntas de flecha, cuchillos de obsidiana o cuarzo, máscaras, inclusive como instrumentos médicos.
La piedra es una eterna viajera; otras posiblemente no se han movido mucho de donde surgieron. La pregunta es: ¿Cómo ser forman las piedras? Todas las rocas de la Tierra se dividen en tres grandes grupos: ígneas o volcánicas, sedimentarlas y metamórficas, según la forma en que se originaron. Luego entonces, las rocas se forman por procesos de diferentes tipos. Estos procesos demandan millones y millones de años antes de que las rocas alcancen la forma que conocemos hoy, por lo que una simple piedrita de pedregullo tiene una historia larguísima que contar.
Cada piedra tiene una historia, ha pasado por diferentes procesos, sobre su espalda han circulasdo muchas historias, ha corrido mucha agua y ahí siguen en cualquier parte del camino. No existe un espacio en la tierra donde no exista una piedra o un simple guijarro. Son testigos mudos de la historia de este planeta y algunas inclusive han venido de otros planetas. Recuerdo la historia de un pequeño fragmento de asteroide que cayó cerca de la casa de un habitante de Tomatlán, situada a unos kilómetros al sur de Puerto Vallarta. Ese vecino contó que eran cerca de las ocho de la noche y él y su vecino charlaban en el patio de su casa cuando oyeron un ruido extraño, como el agitar de alas de una gallina y poco después un fuerte impacto en un árbol que se encontraba cerca. Fueron a buscar ese objeto extraño y encontraron un fragmento de meteorito. Esa es otra historia para contar de nuevo.
Por lo pronto les dejo un poema que narra las posibles peripecias de una piedra.  

La rueda del tiempo

Ha rodado por bosques y desiertos
en silencio
entre el viento y la lluvia
en las fauces del río
En su peregrinar ha escuchado voces
Voces de otras piedras
voces de niños tatuando flores
hombres cazando esperanzas
cantos de ave llorando en vano
mariposas encantadas por arco iris
árboles con lamento en sus ramas.

La piedra, viajera rueda del tiempo
ha grabado un arsenal de memorias
Ha visto a la luna más grande
al águila que incendió sus alas
Ha visto lo no visto
ha escuchado voces debajo de la tierra
las voces del viento
Un día recordó que era fuego
luego endureció por siglos de invierno
Bajo la nieve aprendió a esperar
hasta que el hielo se deshizo con la sonrisa del cielo.

Al principio, roca grande
escuchó las palabras iniciales del hombre
los estremecimientos de la tierra
engendró el fuego imperecedero
tapó la boca del miedo.





Comentarios

Unknown ha dicho que…
Que belleza . Gracias.

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