Si dañas, me dañas
Prócoro Hernández Oropeza
Cuántas veces actuamos inconscientemente y en ese estado
generamos acciones que dañan a otros. Puede ser con un gesto, un grito, un
golpe, un desprecio. No nos damos cuenta que al hacerlo nos estamos dañanando a
nosotros mismos. Por eso dicen lo maestros: Trata a los demás como quieras que
te traten. Si en nuestra vida ofendemos, robamos, mentimos, ofuscamos,
depreciamos o dañamos, eso mismo nos lo estamos haciendo. Todo regresa como un
boomerang.
En India existe este cuento de Parvati, la consorte de
Siva, titulado si Dañas, me dañas.
-Parvati es una de las diosas más amorosa, benevolente y
misericordiosa del panteón hindú. Es la consorte de Shiva y se manifiesta como
extraordinariamente compasiva. Cierto día, uno de sus hijos, Kartikeya, hirió a
una gata con sus uñas. De regreso a casa, corrió hasta su madre para darle un
beso. Pero al aproximarse al bello rostro de la diosa, se dio cuenta de que
ésta tenía un arañazo en la mejilla.
--Madre -dijo
Kartikeya-, hay una herida en tu mejilla. ¿Qué te ha sucedido?
Con sus ojos de
noche inmensa y profunda, la amorosa diosa miró a su querido hijo. Era su voz
melancólica y dulce cuando explicó:
--Se trata de un
arañazo hecho con tus uñas.
--Pero, madre -se
apresuró a decir el joven-, yo jamás osaría dañarte en lo más mínimo. No hay
ser al que yo ame tanto como a ti, querida madre.
Una refrescante
sonrisa de aurora se dibujó en los labios de la diosa.
--Hijo mío
-dijo-, ¿acaso has olvidado que esta mañana arañaste a una gata?
--Así fue, madre
-repuso Kartikeya.
--Pues, hijo mío,
¿es que no sabes ya que nada existe en este mundo excepto yo? ¿No soy yo misma
la creación entera? Al arañar a esa gata, me estabas arañando a mí misma.
*El Maestro dice: Al herir, te hieres. A
quienquiera que dañes, te dañas a ti mismo.
Esto significa que todos formamos parte de un plan
divino, somos una gran familia universal y todo lo que hacemos al otro, nos lo
hacemos a nosotros mismo. Y no sólo a las personas, a quienes nos rodean,
también a nuestro entorno, a los árboles, plantas, aguas, ríos, montañas,
mares.
Somos tan inconscientes que vamos por la calle y sin
pensarlo tiramos un papel, la colilla de un cigarro o una goma de mascar sin
saber que esa basura puede ser llevada por las lluvias al mar. Se han
encontrado muchos animales marinos, entre ellos garzas o tortugas con muchos
residuos de plástico en su estómago o en el buche.
En algunas partes, en grandes áreas de los océanos se
encuentran residuos de plástico que abarcan muchos kilómetros. Barcos pesqueros
extienden enormes redes en el mar y en ella quedan atrapados delfines, tortugas
y otros peces que no son para la pesca comercial. En Japón, en una bahía
estrecha cada época del año, los pescadores a golpes de fierro hacen llegar
miles de delfines a esa parte de la bahía y hacen una tremenda matazón. Barcos
pesqueros japoneses, cual si fueran grandes fábricas se van a altamar y durante
meses atrapan peces y ballenas y ahí mismo realizan todo el proceso hasta tener
el producto final empacado y listo para su distribución y venta.
Estamos arañando a nuestra madre tierra e ignoramos que
ese mismo arañazo no lo estamos infligiendo a nosotros mismos y un día vamos a
sufrir sus consecuencias. De hecho ya lo estamos padeciendo con fuertes
huracanes, lluvias intensas, incremento de calor, sequías, incendios, tornados
que aparecen en lugares que antes eran intocables.
En el plano físico en nuestro cuerpo también lo estamos
sufriendo. Cuántas personas padecen hoy cáncer, sida y otras enfermedades que
antes no existían o su impacto era insignificante. Es verdad que hay mucho
avance material, que al mismo tiempo se traduce en mayor comodidad. Dicen los
maestros que no se puede invitar al placer sin que asista su hermano gemelo el
dolor. Esta comodidad es la que ha hecho
al hombre cobarde, por ello le tiene miedo a la vida, a la muerte, al mañana,
al qué dirán. El hombre valeroso evade la comodidad porque no tiene miedo,
tampoco agrede o daña a nadie. Estos mismos maestros afirman que de ahora en
adelante la humanidad debe recibirlo con resignación porque es el medio de que
se vale la Madre naturaleza para hacer que sus hijos vuelvan a ella.
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