Los días más importantes
Prócoro Hernández Oropeza
Si te preguntarán cuáles son las dos días más importantes en
tu vida, ¿qué responderías? Algunos responderían: el día que nació un hijo,
cuando conociste a tu esposa, cuando te graduaste o conseguiste una gran
fortuna. Pero esas no son ni por mucho
las respuestas adecuadas. El escritor Mark
Twain dice que los dos días más importantes de tu vida son el día que naciste y
el día en qué descubres por qué naciste, a qué viniste a este planeta. A muchos
se nos olvida eso o de plano lo ignoramos y si lo hacemos ni siquiera nos
ponemos a pensar o reflexionar acerca de por qué vine, cuál es mi misión o mi
papel en este mundo.
No venimos simplemente porque tus padres se enamoraron y
decidieron tenerte, esto es mucho más profundo. Nada es fortuito o casual, todo
tiene un origen y explicación, pero como dicen que nos dan el agua del olvido
cuando nacemos no sabemos a qué venimos.
Es más ignoramos que ya hemos vivido varias vidas en otros cuerpos, en otras
latitudes y tiempos. Sólo muy pocos,
escasos son los seres que recuerdan sus vidas; esos son maestros que han venido trabajando en su
desarrollo espiritual desde hace centurias. Imagina que Buda para llegar a la
iluminación trabajó en su desarrollo espiritual durante 500 vidas previas. Y
todos los grandes maestros lo han hecho.
Sí, cuando naciste es importante porque formamos parte de un
gran plan y se nos otorga un cuerpo, un alma y un espíritu para disfrutar los
juegos de la vida. Otras tradiciones estiman que Dios se está experimentando a
través de ti, sólo que nos deja el libre albedrío. El Ser o la chispa divina
que habita en ti te deja en total libertad de hacer lo que quieras, pero de
todos tus actos positivos o negativos algún día tendrás que dar cuenta ante la
justicia divina.
El día que te des cuenta que eres una chispa de Dios, un
esencia divina y que por tal eres inmortal, infinito y la eternidad, entonces
vivirás la vida, los juegos de la vida de otra manera, ya no en sufrimiento, en
tristeza, en dolor, sólo en felicidad, armonía, amor, compasión. Como
comprendes que no mueres y que la llegada a este planeta es para experimentar
nuevos juegos, ya no ilusorios, sino trascendentes, entonces entiendes cuál es
tu verdadero juego. Este verdadero juego es salir de esa ilusión en que nos
tiene atrapada la matriz del ego. Liberarnos de esa cárcel a la que se
encuentra sometida nuestra psique y conectarnos como lo más sagrado de nuestra
esencia, con esa fuente de felicidad, amor y armonía sin límites.
Los grandes maestros que han logrado romper las paredes de
esta cárcel se han liberado y han trascendido lo que en India le llaman la
rueda del Samsara. Entonces encuentras la guía de tu maestro interno, de tu Guru
y este te entrega el mapa para retornar a casa. Ya no retornarás en otro cuerpo
a vivir vidas sin sentido, de sufrimiento y anti amor. Recuperas tu verdadera
identidad, la de un guerrero de luz, así como su armadura con la que combatirás a las hidras del ego, a los demonios que te tenían sometido a su poder.
Yo agregaría otro día importante: el día que decides
marcharte, pero sobre todo si lo haces con conciencia y libre de esa esclavitud
de la matrix. Me refiero a la muerte. Ya no tendrás miedo a esa entidad que nos
han pintada como algo terrorífica. Entiendes que la muerte es sólo una puerta a
una nueva dimensión. Aquí queda tu cuerpo, que era como un equipaje más. Y si
decides retornar porque no has completado tu ciclo o no has eliminado a ese
ejército de hidras o virus, regresarás con conciencia y a vivir guiones con más
lucidez, armonía y paz, sabiendo claramente cuál es el propósito de tu retorno.
El día de tu muerte, inclusive puedes programarlo cuando ya
consideres que es necesario desprenderse de él. Así lo hacen los grandes
maestros. Jesús sabía que iba a morir y por eso decide el día para entregarse a
sus enemigos. Sri Swami Sivananda le dijo a uno de sus discípulos que marcara
un cierto día del calendario. Cuando el joven le preguntó acerca de esa fecha,
el maestro le dijo: Ese día me voy. Simplemente se puso en estado meditativo y
a las horas su Ser se fue. Ya no tienen miedo a la muerte porque saben que su
ser es inmortal y sólo traspasan una puerta a una nueva dimensión.
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