El carnaval, los bacanales y las saturnalias II



Prócoro Hernández Oropeza
 
Los vestigios del Carnaval, se pierden en la noche de los siglos. Los carnavales son una fiesta de claro origen pagano, no cristiano, ni tiene relación alguna con el dogma cristiano. El origen de los carnavales parece estar en una  celebración babilónica en la que se nombraba rey a un reo por un día. El protagonista gobernaba durante todo el día como si fuera el auténtico rey, se le concedían todos los caprichos, y al acabar este periodo se le ejecutaba. Todavía en muchos lugares se quema a un pelele con corona para finalizar los carnavales, y en otros lugares se produce el llamado “entierro de la sardina” para cerrar estas fiestas,  que consiste en la quema de una figura con “Judas” o de otro personaje.

Desde la perspectiva gnóstica se afirma que detrás de las Saturnales, Dionisíacas y el culto al buey Apis, se escondían los auténticos misterios, todavía no profanados. A este respecto, P.D. Ouspensky, en su obra: “Un Nuevo modelo del Universo“, explica lo siguiente: “es necesario tener en cuenta que en muchos países antiguos, Egipto y Grecia por ejemplo, existían dos religiones una junto a otra: una dogmática y ceremonial, la otra mística y esotérica. Una consistía en los cultos populares, que representaban las formas parcialmente olvidadas de antiguos mitos místicos y esotéricos, en tanto que la otra era la religión de los Misterios. Esta última religión iba más allá de los cultos populares, explicando el significado alegórico y simbólico de los mitos, y uniendo a aquellos que estaban conectados con el círculo esotérico, o que se esforzaban por llegar a él”.

En conclusión, el carnaval es la fiesta de la carne antes de iniciar la Cuaresma Católica, es decir comer carne antes del ayuno y abstinencia, que se inicia el Miércoles de ceniza, y es una preparación para la Pascua de Resurrección. Esta festividad de origen religioso, ha perdido el vínculo con la Semana Santa y está simbolizada actualmente con agua, reinas, máscaras, comparsas papelillos, playas bikinis y desenfreno; relacionándose con los degenerados bacanales y saturnales.

En la onda del desenfreno se adoptó el mojar con agua, que está relacionado con las aguas de vida, las aguas espermáticas, que encierran la fuerza del varón y de la hembra, que se ha cuidado en las escuelas de misterios mayores como el fuego sagrado de Pentecostés, que derramarlo significa la pérdida de los poderes que divinizan, pero en la temporada del desenfreno del carnaval, el supuesto hombre busca a cualquier mujer y viceversa para vaciar sus aguas, tirar a la basura el Ens seminis y pecar contra el Espíritu Santo. En el hinduismo toda mujer representa a la divina Madre Kundalini y es templo vivo de Parvati que en su aspecto positivo es suprema belleza y felicidad, destinado solo a los que practican la suprasexualidad, y en su aspecto negativo, en los infrasexuales es amargura y muerte.

Las máscaras ayudan a dormir la conciencia de quienes las usan, y representan la falsa personalidad. Las máscaras, la peleas, las corazas, los aires de don Juan o de reina, van formando los antifaces de la falsa personalidad, escondiendo o impidiendo la manifestación de la Esencia. La variedad de disfraces se corresponde con la multiplicidad del Ego o yo psicológico. Los cascarones de lo que un día fuera un huevo, también tienen un significado oculto: el cascarón perdió su esencia, es puro ego, muy atractivo, bonito e ilusorio; útil para bromas, para manchar e irritar. La harina regada, simboliza a nuestra propia semilla, nuestra simiente, hecha polvo, desperdiciada miserablemente. En algunas ciudades, en el desfile del Carnaval, aparece un gigante relleno de paja o de heno que al final arde entre el fuego, en clara alusión de la necesidad de la muerte del Ego mediante el fuego sagrado.
El martes de Carnaval, es el último día que se permite comer carne, pero también invita a la fornicación, al “otro consumo de carne”. Luego vendrá el Miércoles de Ceniza, el momento de reducir a cenizas al yo pluralizado e iniciar un proceso de purificación antes de vivir los siete días sagrados de Semana Santa. Recordemos que la ceniza se ha recolectado un año antes. Es producto de las palmas usadas en la conmemoración de la entrada triunfal en Jerusalén, en Domingo de
Ramos.
Como vemos, el carnaval, el miércoles de ceniza y la pascua tienen otro significado muy diferente al que se viene  practicando en la actualidad y cuyos antecedentes se remontan incluso antes de la llegada de Jesús el Cristo.

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