Transformación social de la humanidad
Prócoro Hernández Oropeza
Parte III y última
Para una verdadera y profunda transformación de la sociedad
se requiere una fe profunda, la convicción de que algún día lleguemos a vivir
una vida plena, armónica, justa, democrática y con verdadera libertad.
Actualmente el estado económico, social y político de las naciones es desastroso, cruel y despiadado. La
democracia, sostiene Samael Aun Weor, se ha desarrollado incorrectamente y hoy
por hoy es sólo un ideal, un anhelo, una meta a la que se quiere llegar tarde o
temprano.
Desde esta perspectiva, democracia es un pueblo sabiamente
organizado, no el apoyo equivocado a un
dictador a o un grupo de mafiosos que engañan al pueblo con su labia y retórica. Democracia no es el gobierno de la
mayoría o de la minoría. Es el gobierno de todos en el cual se reflejan
sabiamente mayorías y minorías. Como se dijo en otra entrega, la sociedad es la
extensión del individuo y lo que es el individuo es la sociedad. Para lograr
este anhelo, se requieren hombres libres, se requiere que el individuo se haga
libre.
Se necesita un hombre libre de esos yoes que le gobiernan;
yoes del egoísmo, avaricia, envidia, lujuria, pereza, gula e ira. Porque no se
puede concebir una sociedad perfecta e inteligente, dueña de sus propios
destinos, si el individuo no es perfecto y dueño de sus propios destinos. El
individuo actual no se sabe gobernar así mismo y por ello necesita que lo
gobiernen, requiere leyes que obedecer, líderes a quien seguir, políticos o
partidos por quien votar y confiar.
Cuando el individuo se libere de esas lacras mentales, de
esos agregados psicológicos romperá las cadenas que le atan, que lo tienen
prisionero y entonces ya no necesitará gobierno ni leyes. De ahí que la suprema
aspiración, sostiene Samael Aun Weor, es a un mundo sin gobiernos, sin leyes,
porque cuando el individuo se hace virtuoso, humilde, pacífico, generoso, casto
para qué quiere gobierno, ya no necesita leyes. Vive sólo regido por la ley del
Amor.
Democracia es algo más que un gobierno, democracia es el
orden social sabiamente establecido por hombres y mujeres libres y cuando la
democracia llegue a la perfección los gobiernos desaparecerán por inútiles e
innecesarios. Podrán decir que es una utopía, es más que eso, un anhelo, un fin
que se anhela desde el corazón.
La democracia como se ha experimentado hasta la fecha en los
distintos países, sea de izquierda o de derecha, ahogan en sangre la opinión
pública, ha sido incapaz de corregir las desigualdades sociales, eliminar el
hambre, la injustica, la violencia o la guerra. América Latina, indica Samael,
es una bella niña que marcha por el camino de la vida, pero dos horribles
monstruos la asechan en la profundidad del bosque, los dos nombres de esos
monstruos son capitalismo y comunismo, aunque este último ha perdido fuerza y
sólo quedan ciertos rasgos impregnados de populismo y democratismo.
En síntesis, del tipo de relaciones individuales depende el
tipo de sociedad, depende del tipo de gobierno. La sociedad y el gobierno son
realmente la extensión del individuo, si el individuo es cruel, egoísta,
codicioso, envidioso, etc., así serán sus relaciones con los demás y así se
comportarán los demás con él; entonces es lógico que la sociedad sea cruel,
egoísta, codiciosa, envidiosa, tirana.
Si realmente se anhela un gobierno justo y perfecto se
requiere acabar con el yo psicológico. El Yo es un nudo en la energía cósmica,
un nudo que se debe desatar, eliminar. En otras entregas se ha dicho que el Yo
es un manojo de deseos, apetencias, temores, egoísmo, odio, crueldad, orgullo,
codicia, avaricia, etc. El yo sabotea el
orden revolucionario, ese yo engendra dolor y miseria en todas partes. Para
lograr plena claridad de este tipo de estado y relaciones en que nos desenvolvemos se requiere una profunda
comprensión. Comprender a fondo que somos crueles, esto es la base para que
surja la caridad; comprender que somos odio, base para el nacimiento del amor y
si comprendemos el mal que hacemos con el egoísmo, entonces nacerá en nosotros el altruismo.
Se requiere transformar la estructura social de la
humanidad, para ello se debemos empezar a transformarnos a sí mismos, es
imposible transformar a la sociedad si el individuo no se transforma así mismo.
Para cambiar lo que está afuera, el mundo, la sociedad, el país, se requiere
cambiar nuestro interior, una revolución profunda de nuestra conciencia, de
nuestra vida.
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