Transformación y reformas


Prócoro Hernández Oropeza
1ª Entrega
Existe la apreciación de que hay un divorcio entre la espiritualidad y la política, la economía u otras temáticas sociales. En realidad muchos grandes sabios y maestros han tocado estas temáticas pero no se les ha comprendido. Desde Buda que en su legado, las  Cuatro Noble Verdades y el Sendero Óctuple, pregonaba recomendaciones, principios y normas para ser un buen ciudadano. En el Bhagavad Gita, Krishna también estipulaba en las Cuatro Sendas del Yoga la manera correcta de vivir y servir. En el Antiguo Testamento cristiano, Moisés recibió los Diez Mandamientos de Jehová, el Señor de los Ejércitos. Jesús, en el nuevo testamento, aunque pregonó que su reino no era de este mundo, los fariseos le provocaron con maldad y astucia acerca de si  consideraba justo pagar tributo al gobierno. En Mateo 22, 15-21 se cita: 15 Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. 16 Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie. 17 Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?». 18 Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? 19 Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto». Ellos le presentaron un denario. 20 Y él les preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?». 21 Le respondieron: «Del César». Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios».
Jesús no era ajeno a los deberes mundanos; junto con sus discípulos,  pagaba los dracmas del impuesto (cf Mt 17, 24s). Se puede decir que él era y enseñaba a sus discípulos a ser buenos ciudadanos, siendo a la vez fieles en el ámbito religioso. Samael Aun Weor, en su libro Transformación Social de la Humanidad, afirma que los tiempos han cambiado y ahora se requiere una Ética Revolucionaria basada en una psicología revolucionaria, porque sin una ética de fondo las mejores fórmulas sociales y económicas quedan reducidas a polvo.
Indudablemente vivimos en una sociedad y todo lo que acontece a nuestro alrededor nos afecta. La política, economía, gobierno, religión, costumbres, mitos, valores, todo nos afecta de una u otra forma y el grado en que impacte en nuestra psique va a depender de cada uno.  Cuando se presentan elecciones para el cambio de un gobernante, sea local, nacional o mundial tiene implicaciones en todos los ámbitos de nuestra vida, para bien o para mal. Y cuando es tiempo de elecciones la ciudadanía es sometida a múltiples imágenes, exhortos, arengas. Cada candidato promete el cielo y las estrellas, se viste con trajes de humildad o de honestidad, pero como carecen de una verdadera ética son como lobos con piel de oveja.
Afirma Samael, los gobernantes dicen: Primero Yo, Segundo Yo y Tercero Yo. Las gentes dicen lo mismo, repiten como loros esas consignas. El Yo sabotea el orden r3volucionario, reduce a cenizas las mejores fórmulas políticas y económicas, por ello, continúa Samael, es necesario estudiar ese factor destructivo, ese Mi Mismo, ese Sí Mismo si es que de verdad queremos la transformación social de la humanidad.
Entendamos que la sociedad es la extensión del individuo y lo que es el individuo, es la sociedad, es el mundo. Por lo que es imposible lograr la transformación social de la humanidad si el individuo no se transforma. Y es imposible transformar al individuo  sino se preocupa por la transformación del Yo. Esto significa que se hace imposible transformar la sociedad, a los gobernantes y políticos sin una ética verdaderamente revolucionaria.
A los políticos les encanta reformar y a lo largo de nuestras historias sabemos de múltiples reformas, en cada país, en todas las naciones y no se duda que se hayan logrado ciertos cambios, algunos sustanciales, pero eso no ha resuelto el problema de fondo, como la eliminación de la pobreza, la injusticia, violencia, corrupción. Volviendo a Samael, afirma que los reformadores huelen a “chocheras” de viejos decrépitos. La sociedad está llena de reformadores, pero faltan transformadores, a la gente le encanta lo fácil y la transformación es muy difícil. Estas sociedades viven de reforma en reforma  y a esto se le llama progreso, cultura, evolución, aun cuando millones sucumban en la miseria. (Continuará)

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