Las pruebas de los elementos, tierra
Prócoro Hernández Oropeza
Parte 4
En muchas culturas antiguas, los jóvenes para demostrar su hombría o sus habilidades
para enfrentarse a su nuevo destino, eran sometidos a duras pruebas o pruebas
iniciáticas. En los mitos y leyendas o cuentos, uno de los protagonistas
fundamentales de esas historias eran los héroes, personajes que eran revestidos
con ciertas cualidades o habilidades para enfrentar su destino. Siempre había
obstáculos, retos o pruebas, enemigos o antagonistas, dadores o seres que les
protegían o les entregaban un arma o dones y poderes para cumplir con éxito sus
pruebas. Estos mitos se pueden observar en muchos mitos, leyendas, libros
sagrados, etc. En el camino espiritual, nos dicen que para comenzar el sendero
hacia la sabiduría, primero debemos enfrentarnos a sí mismos, reconocer
realmente lo que somos. Convertirnos en guerreros para saber cachar al enemigo
oculta, al ego o a nuestros demonios internos.
Prueba de Tierra. Nosotros
tenemos que aprender a sacar partido de las peores adversidades. Las peores
adversidades nos brindan las mejores oportunidades. Debemos aprender a sonreír
ante las adversidades, esa es la Ley. Aquellos que sucumben de dolor ante las
adversidades de la existencia, no pueden pasar victoriosos la prueba de tierra.
El candidato en los mundos superiores se ve entre dos enormes montañas que se
cierran amenazadoras. Si el candidato grita horrorizado, regresa al cuerpo
físico fracasado. Si es sereno, sale victorioso y es recibido en el Salón de
los Niños con gran fiesta e inmensa alegría.
El elemento tierra: las rocas nos muestran firmeza,
estabilidad y tenacidad, cualidades necesarias para aprender a sacar partido de
las adversidades de la vida. Toda adversidad o contratiempo en nuestra vida son
oportunidades para forjar nuestro carácter, nuestras habilidades y nuestra
misión. Si sucumbimos ante los fracasos, las dificultades, la pesadumbre o el
sufrimiento no seremos capaces de trascender nuestra vida mecánica.
Uno piensa perezosamente en una vida sin problemas, quisiera
un mundo ideal acomodado a su fantasía para trabajar en sí mismo. Pensamos, por
ejemplo, que ayudaríamos a la humanidad si tuviéramos mucho dinero; o quizás
que, si estuviéramos jubilados entonces nos dedicaríamos por completo a la
gnosis.
Ilusiones de la mente, justificaciones para no trabajar,
estima el maestro Samael Aun Weor; la vida es un gimnasio psicológico en donde
podemos auto conocernos; necesitamos aprender a ver lo bueno en lo malo y lo
malo en lo bueno.
El gran Kabir Jesús nos muestra ese camino, cuando con sus
discípulos se encuentran con un perro en descomposición, y a diferencia de sus
apóstoles que reniegan de la situación, el gran maestro es capaz de ver y
admirarse de la blancura de los dientes, entre todo lo corrompido.
Cada momento de la vida es una maravillosa oportunidad para
el trabajo, y entre más difícil y complicada parezca, si uno está alerta podrá
aprovecharla para corregirse pues podríamos descubrir los defectos más
insospechados y, si los comprendemos a fondo, los podríamos eliminar y así
avanzar en el camino. Existen muchas historias de éxito en el plano material de
personas que tuvieron un descalabro con su empresa o negocio; eso no les
desanimó, al contrario, como el ave fénix, resurgieron de las cenizas y
volvieron a triunfar. En el camino espiritual también se nos presentan
diferentes pruebas, quienes no están preparados
sucumben ante las primeras pruebas. Pruebas como tener que meditar todos
los días a las cuatro de la mañana, por ejemplo, ser una persona virtuosa,
amorosa y compasiva.
Cuando uno ha
desarrollado la tenacidad, entonces podría colocarse la prueba de la
tierra en el mundo de los sueños o quinta dimensión, y veríamos dos montañas
desgajándose, amenazando con triturarnos, si uno se desespera, tiene miedo,
llora, etc., fracasará en la prueba e indicará que no hemos aprendido a sacer
partido de las diferentes adversidades de la vida.
«Y aquel que no haya aprendido a ser tenaz y a sacar
provecho de los peores inconvenientes temblará de horror cuando vea dos
montañas gigantescas que se cierran sobre sí, para aplastarlo.» (Samael Aun
Weor. Matrimonio Perfecto de Kínder). Continuará.
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