La prueba de los elementos, la esfinge


5ª entrega y última
Hemos descrito como, en esta vida terrenal somos sometidos a las pruebas de los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Sólo aquellos que las pasan con sabiduría, estoicismo, paciencia y tenacidad pueden arribar a otras realidades, a conectarse con seres divinales que les entregan sabiduría, iniciaciones internas para su progresión espiritual y esto se logra controlando nuestra mente, emociones y voluntad. Liberarnos del señor ego o los yoes que nos tienen en dominio, en su ilusión, la ilusión del sufrimiento.
Cuenta el maestro Samael Aun Weor que la tradición egipcia nos ha legado monumentos enigmáticos y misteriosos que encierran mucha sabiduría o conocimiento. En el caso de la Esfinge, de acuerdo a las escuelas de misterios, nos muestra los cuatro elementos fundamentales de la naturaleza; el fuego en las garras de león, el aire en las alas de águila, la tierra en las ancas del toro y el agua en el rostro humano. Los mismos cuatro elementos de los evangelistas, ya que a Lucas siempre se le representa con un toro, a Marcos con un león, a Mateo con un ángel y a Juan con un águila.
En esa esfinge, de acuerdo a Aun Weor, se encuentran señaladas las cualidades que se requieren para pasar las pruebas de los cuatro elementos, y si queremos convertirnos en una esfinge, debemos adquirir estas cualidades representadas en cada uno de los elementos que la conforman. El hombre debe tener las cuatro características de la esfinge: Las garras del león –coraje y nobleza–. La tenacidad del buey –representada por las patas del buey–. Las alas del águila –éstas son las alas del espíritu y la inteligencia del hombre –representada por la cabeza de la esfinge–.
Traducido a un lenguaje sencillo, esto significa que el hombre debe ser sereno ante los peores enemigos. El hombre debe ser tenaz en sus propósitos y no desmayar ante los obstáculos e inconvenientes que se le presenten. El hombre debe tener la majestad del águila para no sucumbir ante los peores fracasos. El hombre debe desarrollar su inteligencia para saber adaptarse a todas las circunstancias de la vida sin dificultad ninguna.
Y cuando ya el hombre ha desarrollado las cuatro características de la esfinge, entonces está preparado para pasar las cuatro pruebas de tierra, fuego, agua y aire en los mundos internos. Por medio de estas cuatro pruebas se examina la moral del discípulo. Éste es, pues, un examen simbólico, que corresponde exactamente a la moral del discípulo.
El que no haya desarrollado la serenidad no podrá pasar la prueba de fuego. El que sucumbe ante un fracaso económico no podrá pasar la prueba del aire. El que no haya desarrollado el altruismo ni la adaptabilidad a la vida, no podrá pasar la prueba de agua. El que no ha aprendido a ser tenaz tampoco podrá pasar la prueba de tierra.
Esto parece sencillo y lo es y no lo es. Lo es en cuanto tomamos las riendas de nuestra vida y nos liberamos de esos yoes que nos atan a su yugo del sufrimiento, a su ilusión y engaño; sobre todo cuando nos muestran que esto es imposible, cuando nos meten miedo y nos aniquilan psicológicamente. No lo es porque se requiere de una disciplina tenaz para auto observarnos, para trascender cualquier obstáculo, indecisión o reto con la guía de nuestro maestro interior. Fe y esperanza son las energías o los caminos que nos pueden llevar al triunfo. Convertirnos en guerreros de luz, de amor y virtudes, ese es el reto y una vez logrado, ya nada impedirá nuestra victoria.

Quienes logran pasar estas pruebas son recibidos como Lanu -Que se traduce como Discípulo- pues se ha calificado la moral del candidato y al pasar estas pruebas ha demostrado que tiene la capacidad como para recibir las enseñanzas sin deformarlas, sin pisotearlas. Es entonces que recibe un anillo (en el mundo astral) y una capa que lo distingue como Discípulo de la Gran Fraternidad Blanca. En el anillo va el rayo al cual el discípulo pertenece (De la Luna, Marte, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter o Saturno), este sendero probatorio. Recordemos que cada uno de nosotros somos una emanación de los siete rayos o arcángeles, de eso hablaré en otra entrega. 

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