El rol del abuelo en la nueva era


Prócoro Hernández Oropeza

En la antigüedad los abuelos era símbolo de sabiduría y consejo. Con las experiencias en su vida acumulaba conocimiento y a la vez sabiduría. No confundir conocimiento con sabiduría, eso es muy distinto. El conocimiento implica habilidades, destrezas y por supuesto información práctica para desarrollar sus actividades cotidianas. Hoy, con la llegada de nuevos y sofisticados instrumentos de comunicación, estamos expuestos a demasiada información, un mar constante de información que nos llega por internet, cine, televisión, diarios y celulares. Por eso a esta era, la era de Acuario se llama la era de la información. Esto no significa que seamos mejores o más sabios; poseemos mucha información, que no conocimiento y mucho menos sabiduría. Conocimiento de acuerdo al diccionario significa la facultad del ser humano para comprender por medio de la razón la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas. El conocimiento se origina a través de la percepción sensorial, luego al entendimiento y finaliza en la razón.
La información en cambio, es la acción de informar. Noticia o dato que informa acerca de algo. Son datos que nos permiten tomar determinaciones o acciones momentáneas. La sabiduría es mucho más que conocimiento; es la suma de experiencias acumuladas, a las que se suma la información y el conocimiento de las causas y relaciones, de los fenómenos y sus interrelaciones.  Conjunto de conocimientos amplios y profundos que se adquieren mediante el estudio o la experiencia. Facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia o acierto. Así es, en razón de su experiencia, un sabio ya no actúa guiado sólo por la razón o esa mente inferior e irracional, sino por las virtudes como la sensatez, la prudencia, el acierto, la verdad; una verdad que proviene de su mente superior y también por la emoción superior que es guiada por las virtudes.
Esta semana se celebró el día de los Abuelos, una fecha para reflexionar sobre esta etapa, pero sobre todo en el rol que juegan los abuelos en esta nueva etapa que implican muchos cambios, sobre todo tecnológicos, morales, sociales y religiosos. Para muchos ser abuelos significa ancianidad, adquirir nuevas responsabilidades con los nietos, sobre todo en un mundo donde las mujeres, las madres se han incorporado al mercado laboral y los hijos requieren atención cuando ambos padres están ocupados en su trabajo. Algunos contratan niñeras, pero la mayoría los dejan a cargo de los abuelos. Más aún en un momento donde los divorcios son cada vez mayores. En el libro de James Redfiel, La profecía celestina refiere esta situación revela cómo el matrimonio ha entrado en crisis y cuya tendencia proseguirá hasta unos treinta años más. Para paliar la situación de los hijos propone que los abuelos se hagan cargo de estas nuevas generaciones. Como en la antigüedad, formar consejo de ancianos para que ellos se responsabilicen de educarlos.
Para ello es necesario revalorar el papel de los abuelos; verlos no como una carga o un estorbo para los hijos, sino como seres a los que se debe apreciar y valorar porque ellos nos dieron vida, fueron los canales para poder venir a este planeta a vivir nuevas experiencias. Por ello, la experiencia de ser abuelos nos debe permitir sentirnos jóvenes porque se renuevan los ánimos. Y, aparte de la juventud del alma, se renueva la del cuerpo: no hace falta hacerse ningún tipo de tratamiento de estética —si no es del todo imprescindible— porque esta alegría íntima que tenemos los abuelos se expande hacia fuera. Es un privilegio seguir hacia delante y no mirar atrás.

Por tanto, dicen los sabios, el consejo para todos los que ejercemos de abuelos es el de predicar con el ejemplo, tener buen humor, optimismo, afrontar los problemas con serenidad, no asesorar si no nos lo piden, ser afectuosos y cuando hemos cometido un error, deshacer la equivocación y decir: «Me he equivocado, perdona». El afecto a manos llenas sí que perdura en el corazón de los hijos y de los nietos. Los consejos no vale la pena darlos, se deben vivir, es más valioso dar testimonio que pronunciar mil palabras. Es la manera de que los nietos descubran los valores de la discreción y de la prudencia. Sí, los nietos porque nuestros hijos ya lo habrán hecho hará algunos años, nos conocemos perfectamente ya que convivieron en nuestro hogar.

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