Los maestros, pilares de conocimiento y sabiduría


Prócoro Hernández Oropeza
“El maestro Interno de cada quien está a la orden de cualquier discípulo que quiera entrar a trabajar por Despertar Conciencia” Samael Aun Weor. “El despertar del hombre”.
En el libro sagrado Bhagavad Gita, Krishna le dice a su discípulo Arjuna: Cuatro clases de hombres virtuosos Me adoran, oh Arjuna; ellos son: El angustiado, el buscador de conocimiento, el buscador de riqueza y el sabio, oh señor de los Bharatas. El sabio, el maestro es un ser especial porque ha logrado liberarse de su cárcel mental; es libre como el águila y puede volar por los distintos universos, sin que nada se le interponga en su camino.
Pero para llegar a ese estado se requiere mucho trabajo, muchos esfuerzos, esfuerzos conscientes y padecimientos voluntarios. Nadie se ilumina por arte de magia o porque una fuerza poderosa le despertó. Existen guías divinos que les ayudan a despertar, le abren los caminos de la sabiduría, pero su proceso de progresión espiritual lo tiene que recorrer sólo, aunque con esa guía divina. Un maestro antiguo afirmaba que toda clase de personas busca entrar en el sendero espiritual, entre ellos, están los Jijñasus, los que quieren conocer. Si se les dice que deben volverse como esos Yoguis silenciosos, se desvían completamente, desperdician su tiempo o imaginan que se han convertido en Maestros, más esto es peligroso. El solo sentarte derecho e inmóvil no te convierte en una persona iluminada. Nanak Gurudev, antiguo maestro hindú solía hacer bromas sobre esas personas comparándolas con las piedras de la Ganga. Las piedras también se sientan allí inmóviles durante miles de años. ¿Están también iluminadas?
Un maestro de un linaje denominado Águila Dorada, Samael Aun Weor, sostiene que los maestros son pilares de conciencia y sabiduría, son ejemplos de trabajo, constancia y amor infinitos al Gran Padre/Madre. Aprender de los maestros es bueno, aprender de su trabajo es mejor. Y se pregunta: ¿Para qué está ahí un maestro? ¿Es una imagen? ¿Alguien a quien pedir o invocar en caso de “necesidad”? Sí, entre comillas porque muchos creen que los maestros son sofisticados mozos a los cuales solicitarles viandas o servicios que pudieran hacerlos ellos.
Y se sigue preguntando: ¿Para qué está la imagen del maestro? ¿Qué función cumple? ¿Para qué se devela su existencia? Son muchas las razones conocidas y desconocidas, pero en esta etapa del camino deben saber que el ejemplo es uno de ellos. El ejemplo y el testimonio. De ello hay múltiples casos, ahí está Buda, Jesús, Krishna, Pitágoras, Hermes Trismegisto, Osiris, Quetzalcóatl. El ejemplo a seguir es el amor, la entrega, la lucha por la claridad de objetivos, el servicio al Señor. El testimonio vivo de que todos podéis alcanzar a vivir en el espíritu interior, aquí y ahora. Los maestros no son sólo para adorarlos y poner cara de “santos” en su presencia. Pues quién pone esa cara es el ego, el que asume poses, ese no escucha. Y lo importante es escuchar al maestro, escuchar su mensaje que emana de él porque proviene del espíritu. Benditos los que han encontrado a su guía, benditos esos maestros que cristalizan a Dios en su presencia, por cada maestro vivió su vida y llegó a encarnar a Dios. Un maestro es la prueba viviente de que eso es posible. Pero a lo largo de la historia, surgen dudas, los discípulos dudan; dudaron de Jesús, pero ahí está la prueba y aún con eso vuelven a dudar. Ellos también fueron imperfectos, pero ahora ellos son la esperanza viva y real y con su guía podéis alcanzar las estrellas, vuestra estrella particular.
¿Quién es un Guru, el maestro? Sivananda afirmaba que el Guru “Es la luz que elimina la oscuridad de la ignorancia. El Guru es aquél en cuya presencia obtienes eso; o eso es el Guru. En el momento en que la magnitud de la ignorancia disminuye y esta estructura interna de teoría (que ha sido instalada allí mediante las instrucciones del Acharya, Maestro) comienza a crecer y a ser experimentada, allí está el Guru.”
Aquél que imparte la teoría concerniente al conocimiento del Ser y nos guía en nuestra práctica no es un Guru, es un “Acharya”, un maestro. De este maestro, uno aprende acerca del conocimiento del Ser. No es realmente conocimiento del Ser sino un conocimiento secundario, el cual puede ser muy necesario ya que, de otro modo, podríamos llegar fácilmente a conclusiones erróneas. Así que el Acharya es la persona de la cual obtenemos una comprensión de la teoría, el conocimiento secundario o una descripción acerca del conocimiento del Ser, la Experiencia del Ser o Atma-Jñana.

En síntesis, el Guru es la experiencia del discípulo y el Guru no necesita saber cuándo tuvo lugar esa experiencia en ti. Puedes decir, “Usted es mi Guru”; el Guru no necesita decir, “Yo soy tu Guru”. Yo puedo ir al Guru y decirle, “Yo soy su discípulo” cuando estoy preparado para hacer exactamente lo que él me diga que haga. Mientras no se alcance ese estado, uno no puede decir audazmente: “Yo soy su discípulo, usted es mi Guru”.

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