Jesús, el Cristo, maestro de maestros I
Prócoro Hernández Oropeza
Primera parte
A lo largo de varias
columnas he hablado del proceso interior de los grandes maestros que han
alcanzado un alto grado de realización espiritual. Jesús, el rabí de Galilea es
uno de los maestros que no solo alcanzó su realización espiritual, se convirtió
en un Cristo Cósmico. Así como en la mitología egipcia se habla de Hermes
Trismegisto, el tres veces maestro, Jesús vino a entregar verdades cósmicas, un
nuevo mapa para el retorno a casa. Y he descrito como la mayoría de estos
maestros, tales como Buda, Lahiri Mahasaya, Sri
Yuketeswar, Sivananda, Pitágoras, Samael Aun Weor, desde niños
manifestaron el dominio de poderes y sabiduría.
En el Evangelio del Pseudo Tomás o Libro de Tomás el
israelita, filósofo del que existen redacciones siríaca, griega, latina y
eslava, se narran las cosas que hizo Jesús siendo niño. Estos se encuentran en
los llamados Evangelios Apócrifos. Ahí Tomás describe algunos detalles de esa
época, de la cual casi no existen referencias de este prohombre solar. En el
capítulo primero, Tomás, el israelita se dirige a todos los que habían renunciado a los errores
paganos por la fe cristiana y cuenta que a los cinco años de edad, Jesús jugaba
a la orilla de un arroyo y recogía en pequeñas balsas las aguas corrientes y
las volvía puras enseguida, y con una simple palabra las mandaba. Luego,
amasando arcilla formó doce gorriones, esto hizo en un día sábado. Un judío que
vio lo que estaba haciendo ese niño fue corriendo a ver al padre de Jesús
llamado José para describirle lo que hacía Jesús en día sábado, un día profano.
José se dirigió a donde se encontraba Jesús y le dijo: “¿Por qué haces esto en
día sábado, lo cual no está permitido hacer? Jesús dando una palmada y
dirigiéndose a los gorriones les ordenó: “volad”. Y los pájaros abrieron sus alas
y echaron a volar.
En varios de sus actos no se le describe como un niño normal
ni mucho menos amoroso. En el siguiente ejemplo se describe como Jesús
niño va atravesando la aldea y un
muchacho que venía corriendo chocó contra su espalda. Jesús irritado le dijo:
“No continuarás tu camino”. Acto seguido el muchacho cayó muerto. Los que
vieron lo ocurrido se decían: “¿De dónde viene este niño, que cada una de sus
palabras se realiza en el acto?”. Como
los padres de ese niño muerto fueron a buscar a José para enterarlo de ese
gesto ingrato, José tomó a su hijo
aparte y lo reprendió: ¿Por qué haces esas cosas? Esta gente sufre y nos odian,
y por tu causa nos persiguen”. Jesús respondió: “Sé que las palabras que
pronuncias no proceden de ti. Sin embargo por ti me callaré. Pero ellos
sufrirán su castigo. En ese instante, quienes habían hablado contra él quedaron
ciegos.
Otro evento significativo y evocativo de sus poderes
tempranos fue cuando narra que un
maestro de escuela llamado Zaqueo, al saber de los dones o poderes de Jesús fue
a ver a José para decirle que tenía un hijo muy dotado y de mucha inteligencia,
por lo tanto pidió que se lo confiara a sus cuidados para que aprendiera las
letras y con las letras le enseñaría la ciencia, además de enseñarle a saludar
a los mayores, honrarles como antepasados, a respetarles como sus padre y amar
a los de su edad. Cuando el niño estuvo junto al maestro, este le escribió
todas las letras del alfabeto desde el alfa hasta el omega, explicándole el
valor y la significación de cada letra. Jesús, mirando al maestro Zaqueo le
dijo: -Tú que no conoces la naturaleza del alfa, ¿cómo quieres enseñar a los
demás el beta? Hipócrita, explica primero la alfa, si sabes, y después te
creeremos con relación a beta. Jesús se puso a hacer preguntas sobre la primera
letra, pero esto no supo responder. Luego, en presencia de todas las personas
que estaban ahí, el niño dijo a Zaqueo: “Observa, maestro, la disposición de la
primera letra, y advierte de cuántas líneas y
trazos se compone y observa como hay un rasgo transversal que atraviesa
las líneas que tú ves reunidas, y como la parte superior avanza y las reúne de
nuevo, triples y homogéneas, principales y subordinadas, de igual medida. Y le
explicó todo lo relacionado con la letra alfa.”
Cuando escuchó al niño tantas y tales cosas sobre la primera
letra, se quedó confundido por su sabiduría y dijo a los asistentes:
“Desdichado de mí, yo sólo me he procurado esta causa de pesar. Me he cubierto
de vergüenza por traer a este niño a mi casa. Así pues hermano José tómalo
contigo y llévatelo, porque yo no puedo soportar la severidad de su mirada ni
penetrar el sentido de sus palabras en
modo alguno. Este niño no ha nacido en la tierra, es capaz de domar el
mismo fuego y quizá haya sido engendrado antes de la creación del mundo.
(Continuará).
Comentarios