Samael Aun Weor, otro maestro de la era de Acuario III
Prócoro Hernández Oropeza
Tercera parte
Samael Aun Weor es el nombre del Arcángel, regente del
planeta Marte, y que logró encarnar en un vehículo físico con el nombre de
Víctor Manuel Gómez. Aun Weor significa El Verbo Divino o La Justicia de Dios.
Antes de su iniciación Samael Aun Weor, en sus numerosas vidas o
reencarnaciones tuvo muchas veces la oportunidad de ocupar altas posiciones,
tanto espirituales como materiales, en otras le tocó sufrir y vivir momentos
difíciles.
Vivió en la época en que se construyó la Pirámide de
Kefrén donde reinaba brillantemente el faraón, cuyo nombre lleva la pirámide.
Era en esa vida un Hierofante Instructor y asesor directo del faraón. Encarnó varias
veces en los tiempos de la antigua China, en una de esas tantas se llamó
Chou-li. Una vez estuvo reencarnado en el misterioso Tíbet, fue un lama
tibetano y como tal, aún pertenece a la Orden Sagrada del Tíbet.
En otra de sus vidas fue Julio César, general,
historiador y dictador romano. Vivió en Roma entre el 101-144 A.C. y fue una de
las figuras más importantes de la historia. Calpurnia, su esposa, le predijo su
asesinato, pues lo había visto en un sueño y le rogó que no fuera al Senado
romano en los Idus de Marzo. En el año 44 de nuestra era Julio César fue al
senado y Bruto con los conjurados, lo mató.
En otra de sus vidas, fue un caballero en la Edad Media
educado en el arte de las armas para defender
a los débiles de la opresión de los señores feudales. En esa vida
terminó en un monasterio estudiando los misterios de la alquimia, que algún día
habría de enseñar a toda la humanidad.
Fue amigo personal del Maestro y Conde Cagliostro, en la
época en que María Antonieta era Reina de Francia. Luchó como militar al lado
del Emperador Alejandro Magno. Perteneció a la corte de los Habsburgo.
Reencarnado como Tomás de Kempis, escribió su inmortal obra "Imitación del
Cristo".
En España fue el Marqués Juan Conrao, tercer gran señor
de la Provincia de Granada. En esa vida viajó por las tierras de América en
busca de fortuna. En su vida como Marqués, fue quemado en las hogueras de la
Inquisición por orden del terrible inquisidor Tomás De Torquemada
Formó parte de la revolución mexicana y allí fue el Mayor
Daniel Coronado, uno de los treinta dorados de Pancho Villa, en esta vida
además, fue gran amigo de Krum Heller, coronel y médico del ejército mexicano y
vehículo físico del Maestro Huiracocha. Como homenaje a este gran militar, una
de las calles de Lerdo, estado de Durango, lleva el que fue su nombre en esa
vida: "Calle Mayor Daniel Coronado".
Como un gran renovador de la antigua Gnosis, Samael Aun
Weor creó un gran movimiento espiritual a partir de su iniciación y se
convirtió en el mensajero de Acuario. Algunos gnósoticos se preguntaban: “¿Cuál
es la energía que movió la mano y la pluma de este Venerabilísimo MAESTRO DE LA
ORDEN DE SAN JUAN, hasta llevarlo a escribir una doctrina eminentemente
completa y absolutamente práctica desarrollada en más de sesenta obras,
conectadas las unas a las otras conformando un carrusel de octavas refinadas
que van desde pequeños folletos hasta volúmenes de 500 páginas y en los cuales
cada palabra y cada letra tienen un lugar y un sentido matemáticamente
establecido y extraordinariamente lógico?
Para Samael Aun Weor la gnosis significa iluminación,
salvación, mejor dicho “Conocimiento salvador”, el cual debe alcanzar todo
hombre que requiere lograr su total liberación. Este conocimiento deriva de la
India y se encuentra en los “Upanishads”, es Jnana (conocimiento) iluminador
que rebela al hombre su origen, la comprensión de su condición actual y su
destino. Porque el gnóstico se convierte en un ser consciente, aprovechando su
angustia misma. Para el maestro, el gnosticismo ha existido desde hace miles de
años, se pierde en la cortina del tiempo y reaparece en épocas de crisis, de
perturbación social y espiritual, como una corriente ideológica importante,
cuyos beneficiarios se cubren de virtudes y de prestigios maravillosos. Al
gnosticismo lo encontramos en los misterios de Mitra; de Eulises entre los
griegos; en el hermetismo; en los misterios de Dionisio; de Hécate, de la Gran
Madre de Serapis, de Cibeles, de Isis; en el orfismo y el pitagorismo, en los
libros egipcios y tibetanos de los muertos. (Continuará)
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