La necesidad de un maestro, Swami Sivananda VIII
4ª parte y última entrega.
KuppuSwami como se llamaba, antes de ser conocido como Swami
Sivananda, ya convertido en doctor, lleno de un deseo enorme por el crecimiento
espiritual y la iluminación fue al Norte de la India a buscar a su Guru.
Después de pasar algún tiempo en Varanasi (Benares), viajó al norte, hacia los
Himalayas. Allí, en la ciudad santa de Rishikesh (que significa "la morada
de los sabios"). Ahí descubrió su Guru, quien le dio Sannyasa (votos de
renunciación de un monje). Luego de hacer esos votos, Swami Sivananda
Saraswati, como sería conocido de allí en adelante, y por los siguientes diez
años aproximadamente, comenzó un Sadhana (prácticas espirituales) y Tapas
(austeridades) diario y sumamente intenso. Al finalizar este período, muchos
compañeros Sadhus, se sintieron atraídos hacia Swami Sivananda, para su
instrucción e inspiración espiritual.
A partir de entonces Swami Sivananda se convirtió en uno de
los maestros de Yoga más prolíficos que nunca haya existido. A pesar que,
raramente dejó la pequeña ciudad de Rishikesh (hizo sólo dos giras por la
India, y nunca visitó el extranjero), las enseñanzas de Swami Sivananda se
diseminaron rápidamente a través de todo el planeta. Escribió personalmente, a
mano, no había computadoras en ese entonces, más de 200 libros sobre tópicos
vinculados al Yoga y la Filosofía. Escribió en un estilo que es muy directo,
con energía dinámica, y espiritual. Como resultado, muchos de los que leyeron
sus libros sintieron sus vidas profundamente tocadas y transformadas, y así fue
como vinieron de toda la India, y de todo el mundo, para aprender directamente
de él, y calentarse al sol de su santa presencia.
En su biografía Sivananda sostenía que la filosofía que él sostenía
no era una doctrina soñadora, ni subjetiva, ni que niegue al mundo por ser
ilusorio; ni tampoco una tosca teoría que afirme el mundo sensorial del
humanismo dirigido por los sentidos físicos. “Se trata del hecho de la
divinidad del universo, la inmortalidad del alma del hombre, la unidad de la
creación con lo Absoluto, siento que ésta es la única doctrina que vale la pena
considerar. Dado que Brahman, que es Uno, y que impregna todo con su Ser,
aparece como el universo diverso, en todos los planos de Su manifestación, el
buscador tiene que rendir homenaje a las manifestaciones inferiores antes de
que pueda hacerlo con las más elevadas. Una buena salud, un entendimiento lúcido,
un conocimiento profundo, una voluntad pura y poderosa, y la integridad moral,
son todas ellas partes necesarias en el proceso de la realización del ideal de
la humanidad como un todo.”
Entre los factores más importantes con los que construir una
filosofía de vida, Sivananda decía los siguientes: ajustarse, adaptarse y
acomodarse a las circunstancias, ver lo bueno en todo, poner en marcha todos
los principios de la naturaleza en el proceso de evolución hacia la realización
del Ser a lo largo del camino de un ajuste integrado de las fuerzas y
facultades humanas. La filosofía no es meramente un amor a la sabiduría, sino
la posesión real de ella. En todos sus escritos recomendó métodos para superar
y dominar la envoltura física, intelectual, mental y vital de la consciencia,
con el propósito de efectuar la Sadhana que lleva a la perfección personal. Su
credo era contemplar al Señor en cada ser o forma, sentirlo en todas partes, en
todo momento, y en toda condición de vida; es ver, oír, saborear y sentir que todo
es Dios. “Mi credo es vivir en Dios, fundirme en Dios y disolverme en Dios. Mi
credo, si se puede llamar así, es morar en tal unión, utilizar las manos, la
mente, los sentidos y el cuerpo en el servicio a la humanidad, cantar los
Nombres del Señor, elevar a los devotos, dar instrucciones a los aspirantes
sinceros, y diseminar el conocimiento a través de todo el mundo. Mi credo es
ser un amigo y un benefactor cósmicos, un amigo de los pobres, de los
desamparados, de los indefensos, y de los caídos.”
Como todos los grandes sabios, Sivananda amó a Dios en toda
forma viviente y sintiente, sin discriminación de credo, raza o filosofía, tan
es así que compuso himnos donde alababa a todos los avatares anteriores, tanto
hindúes, como judíos, árabes o cristianos. El camino no es fácil decía. El
primer paso es con frecuencia el más difícil. Pero una vez que se da, el resto
se hace sencillo. Para ello es necesario que las personas tengan más coraje y
paciencia. Usualmente eluden sus obligaciones, dudan y tienen miedo. Todo esto
obedece a la ignorancia sobre cuál es el verdadero deber de cada uno. Se
necesita una cierta cantidad de educación y cultura para tener una idea clara
de cuál es nuestro lugar en este mundo. Sostenía que la cabeza y el corazón
deben ir de la mano, y lo ideal y la realidad tienen que tener una estrecha
relación. Trabajar con este conocimiento es Karma Yoga.
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